Por: Isidro Bautista Soriano
Este 2023 será como todos los años: incierto en lo individual y en lo colectivo, incluso claro como gobernantes y gobernados. Si muchos, muchos —no digamos la mayoría, porque nunca ha sido así, hasta donde sepamos— realmente optáramos por ser honestos, pero no de palabras, pintaría muy diferente, eso sí como el cien por ciento lo deseamos.
¿Alguien se imaginó la aparición del Covid, que enlutó, ya no a los millones de hogares en el mundo, sino a miles y miles de familias en México, y que a otras las dejó en ruina?
El Estado mexicano hizo planes para 2019, en que la pandemia casi paralizó al orbe, seguramente con proyecciones para 2020, 2021 y 2022, que finalmente se vinieron abajo.
La 4T, con López Obrador al frente, ha constituido invariablemente para la mayoría de los mexicanos una esperanza de mejor calidad de vida, por su bandera de honestidad.
El presidente AMLO ha establecido que prefiere a gente más honesta que preparada profesionalmente, y pudiera tener cierta razón, porque no todos los honestos lo son siempre, ni todos los que lo parecen resultan serlo, como en los matrimonios que fracasan cuando verdaderamente se quitan la máscara de pretendientes, y pretendientes de años, que de repente dejaron de ser amorosos.
Pareciera chiste o disparate: ¿honestos por preparados? También hay preparados que son honestos.
No todos los del PRI son corruptos como tampoco son honestos todos los de los otros partidos. Hay un dicho de que hasta en las mejores familias suceden cosas peores. El mal no ve colores, como tampoco el bien.
La honestidad la concebimos no sólo como no robar sino también como no mentir, y no exclusivamente en el gobierno o en los poderes públicos sino en la vida personal.
¿Se ha acabado actualmente la cantaleta dentro del gobierno de que no hay dinero, o de que mañana le llamamos, o de que dile que no estoy?
¿Habrá acabado el hecho de ver un cargo público para enriquecerse o sacar provecho personal, o de que un particular, por su propia iniciativa, le proponga una mordida a un agente de tránsito o a un policía?
Nunca se acabará porque, como narra la historia del mundo, siempre han existido el bien y el mal, y de que cada persona ejerce el derecho divino de su libre albedrío: ir a la izquierda o ir a la derecha.
Creemos en que para serlo, es necesaria la convicción, y ésta se adquiere desde la casa.
Qué verídico dicho por siglos: “Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia”, o “Mejor es lo poco con justicia que la muchedumbre de frutos sin derecho”.
En México y en el resto del mundo hay quien se quiere siempre aprovechar del otro, y un servidor se ha encontrado entre los primeros.
¿A poco será vano el dicho de que las riquezas no duran para siempre?
Cierto es que este año se da el banderazo para la carrera presidencial. Hay favoritos desde hace meses, y éstos han sido de Morena, claro, ¿por qué? porque los relacionan con honestidad, y mientras la mayoría los perciba así, seguro que ganarán.
La economía está deteriorada en México, incluido Guerrero en lo particular, por lo que se busca a una figura que represente otra esperanza como lo ha sido López Obrador, a la que no vean que quiera llegar al cargo para robar sino para poner a los pobres en primer lugar.
Así ocurrió en Guerrero primero con el actual senador Félix Salgado y después con la hoy gobernadora Evelyn Salgado.
Y la honestidad no es exclusiva de nadie y obviamente de ningún partido, sólo que hasta ahora se percibe más en Morena, nos parezca o no nos parezca, o ¿habrá en otro lugar de Guerrero alguien que sea como el Zaqueo bíblico, que se purificó, u otro parecido a éste que de repente se haga notar arriba de un árbol?