Vicky Barrios
Iguala, Gro., Este miércoles inició el tiempo litúrgico de la Cuaresma con la imposición de ceniza en los templos católicos. A lo largo del día, cientos de creyentes se dieron cita en distintos horarios para recibir, de manos del sacerdote, el polvo en la cabeza, luego de escuchar la frase: «Conviértete y cree en el Evangelio».


Este día marca el comienzo del período de penitencia y arrepentimiento que precede a la Pascua de Resurrección. La ceniza simboliza humildad, penitencia y conversión, representando la destrucción de los errores del año anterior y manifestando públicamente el compromiso de un cambio.


En el Evangelio de hoy, Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los alaben los hombres.

Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».


El párroco de San Francisco de Asís explicó que este pasaje enseña que ayudar al prójimo y ayunar no son actos que deban presumirse ni publicarse, pues Dios los toma en cuenta sin necesidad de exhibirlos.

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