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Ciudad de México, Septiembre 19.- ¿Sabías que fortalecer tu mente hoy puede prevenir el deterioro cognitivo mañana?


La neuropsicología se está posicionando como una herramienta clave para proteger la salud mental frente a las demencias. Su valor radica en la detección temprana de alteraciones cognitivas y en la aplicación de estrategias preventivas que pueden modificar el desarrollo de estas enfermedades.


Así lo explicó Marta Balagué Marmaña, especialista del Servicio de Neurología en el Complejo Hospitalario Moisés Broggi, en Barcelona, durante un seminario en línea organizado por la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA).


Balagué destacó que una evaluación neuropsicológica puede marcar la diferencia en el diagnóstico precoz de enfermedades neurodegenerativas. Esta evaluación permite detectar fallas en la memoria, el lenguaje o la percepción, y vincularlas con zonas específicas del cerebro.


Prevención desde la reserva cognitiva


Cuando este análisis se complementa con biomarcadores –que pueden obtenerse a través de estudios de neuroimagen, punciones lumbares o análisis de sangre– es posible llegar a un diagnóstico más preciso, identificar el tipo de demencia y comenzar un tratamiento adecuado a tiempo. Esto, además de mejorar la calidad de vida, puede frenar el avance de la enfermedad.


Una de las ideas más relevantes del webinar fue la importancia de empezar a cuidar la salud mental desde edades tempranas y a lo largo de toda la vida. Para ello, es esencial fortalecer lo que se conoce como “reserva cognitiva”: la capacidad del cerebro para adaptarse y resistir mejor los efectos del envejecimiento o de daños neurológicos.


Actividades como aprender cosas nuevas, ejercitar la mente con juegos o lecturas, mantenerse físicamente activo y tener una vida social rica en interacciones ayudan a construir esta reserva. En otras palabras, un cerebro estimulado tiene más herramientas para enfrentar procesos de deterioro.


Factores de riesgo y protección


La especialista también alertó sobre ciertos factores que pueden acelerar el deterioro cognitivo. Entre ellos se encuentran el aislamiento social, la exposición constante a ambientes contaminados, la falta de estimulación sensorial y problemas auditivos o visuales no atendidos.


En contraste, llevar un estilo de vida activo, tener un propósito claro en la vida y mantener una actitud positiva pueden proteger al cerebro y contribuir a una mejor salud mental en la vejez.


Estas observaciones apuntan hacia una atención más personalizada, que tome en cuenta no solo la salud mental, sino también las condiciones particulares de cada persona.


Tratamientos innovadores y atención integral


Durante el encuentro también se discutieron los avances en tratamientos modificadores de la enfermedad, como los anticuerpos monoclonales dirigidos a combatir el amiloide, una proteína vinculada al Alzheimer. Aunque aún están en fase de evaluación y presentan limitaciones, han mostrado resultados prometedores en etapas tempranas, lo que subraya la importancia de una detección oportuna.


Balagué insistió en que la estrategia más efectiva incluye tanto tratamientos farmacológicos como no farmacológicos. Esto significa combinar medicamentos con apoyo psicosocial, acompañamiento desde el diagnóstico y una atención centrada en la persona.


Esto último implica ver al paciente más allá de su diagnóstico: considerar sus emociones, su entorno social y su proyecto de vida. Porque, al final, cuidar la mente también es cuidar la forma en que vivimos.


¿Te interesa cuidar tu salud mental a largo plazo?


N. de la R. En México, la neuropsicología también ha comenzado a consolidarse como una herramienta crucial en la atención de enfermedades neurodegenerativas, especialmente ante el aumento sostenido de casos de demencia. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geriatría (INGER), se estima que actualmente hay más de 900 mil personas con algún tipo de demencia en el país, y se proyecta que esta cifra se duplicará para 2050, en línea con el envejecimiento acelerado de la población.


El sistema de salud mexicano ha empezado a integrar evaluaciones neuropsicológicas en centros especializados, aunque su cobertura aún es limitada. Instituciones como el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) y hospitales universitarios como el Hospital General de México o el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán ofrecen evaluaciones cognitivas para detección temprana, particularmente en población adulta mayor. Sin embargo, el acceso a biomarcadores como estudios de neuroimagen funcional o punciones lumbares sigue siendo restringido, tanto por costos como por falta de infraestructura en zonas no urbanas.


Un estudio publicado en Salud Pública de México (2023) subraya que el 72% de los adultos mayores en el país no han sido evaluados neuropsicológicamente, lo que limita las posibilidades de intervención temprana. Además, se señala que las tasas de diagnóstico de demencia en México pueden estar significativamente subestimadas, debido a factores como la falta de especialistas, escasa alfabetización en salud mental y estigmas culturales.


En cuanto a la reserva cognitiva, hay esfuerzos educativos y comunitarios en curso. Programas como «Adultos Mayores en Plenitud» del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) promueven actividades físicas, recreativas y culturales, alineadas con las recomendaciones internacionales para fortalecer la salud cerebral. No obstante, aún se requiere una mayor articulación entre sectores de salud, educación y desarrollo social para consolidar una estrategia nacional integral.

En el campo de tratamientos, México ha seguido de cerca los avances internacionales. En 2024, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) autorizó el uso compasivo de algunos anticuerpos monoclonales para pacientes con Alzheimer en etapa temprana, aunque su disponibilidad se limita a centros de investigación y ensayos clínicos. Mientras tanto, los enfoques psicosociales, como la estimulación cognitiva grupal, el acompañamiento familiar y la intervención comunitaria, se han fortalecido en algunos sistemas DIF estatales.

Aunque la neuropsicología en México aún enfrenta desafíos estructurales, su valor como herramienta preventiva frente al deterioro cognitivo ha comenzado a ser reconocido tanto en el ámbito clínico como en el diseño de políticas públicas de salud mental para el envejecimiento.