Servicios AINI
Estados Unidos. La competencia por crear embrioides, grupos de células que se asemejan a embriones, ha comenzado generando una intensa polémica. Varios laboratorios han anunciado avances significativos en este campo, aunque sus estudios aún no han sido verificados por científicos independientes, lo que plantea cuestiones éticas y legales.
Los embrioides son masas celulares que imitan el desarrollo y funcionamiento de un embrión en su etapa inicial, sin necesidad de fecundación. Aunque a veces se les llama «embriones de síntesis», en realidad no tienen la capacidad de convertirse en un feto viable. Sin embargo, no son completamente sintéticos, ya que se generan a partir de células reales.
La utilidad de los embrioides radica en que ayudan a comprender los primeros días del desarrollo humano, una etapa aún poco conocida. Hasta ahora, los científicos habían utilizado células de animales, principalmente ratones, para sus experimentos. Sin embargo, ahora la competencia se ha centrado en el estudio de la vida humana.
Dos equipos destacados en esta carrera son el liderado por la investigadora Magdalena Zernicka-Goetz en el Reino Unido y el del científico israelí Jacob Hanna. Ambos publicaron artículos científicos el año pasado, con pocas semanas de diferencia, describiendo cómo lograron crear embrioides de ratones.
Recientemente, el equipo de Zernicka-Goetz anunció en una conferencia en Boston que han logrado crear estructuras celulares a partir de material humano. Por su parte, Hanna argumenta que estas masas celulares no están lo suficientemente desarrolladas y diferenciadas como para considerarse embrioides reales.
«La profesora Zernicka-Goetz es a veces una gran científica y le debemos muchos avances, pero este caso preciso no es serio, en términos científicos», declaró Hanna.
La competencia se ha extendido a otros equipos de investigación en China y Estados Unidos. Sin embargo, todos estos estudios aún no han sido revisados por científicos independientes, un proceso crucial para su validación académica. Algunos expertos atribuyen la primacía del descubrimiento a Hanna, ya que, según los datos provisionales publicados, su equipo no modificó genéticamente las células humanas que utilizaron, a diferencia del equipo de Zernicka-Goetz.