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Guatemala. César Bernardo Arévalo de León asumió en los primeros minutos de este lunes la presidencia de Guatemala, con más de ocho horas de retraso ante maniobras dilatorias del llamado «pacto de corruptos» en el Congreso saliente, un retraso que desencadenó protestas en las calles y una declaración conjunta de jefes de Estado y altas autoridades de otros países presentes para el acto de inauguración, y luego de meses de una ofensiva judicial atribuida a su promesa de combatir a los corruptos de la élite político-económica de esta nación centroamericana.


Con la mano izquierda sobre la Constitución y con la derecha levantada, Arévalo juramentó como presidente Guatemala a las 0:20 horas de hoy para el periodo 2024-2028, lo que fue seguido por una nutrida ovación, y acto seguido hizo lo propio Karin Larisa Herrera Aguilar como vicepresidenta, al cierre de esta edición.


Tras la ceremonia estaba previsto que el flamante presidente se dirigiera a la Plaza Central, para pronunciar un discurso ante sus seguidores.
La Constitución guatemalteca indica que la sesión solemne para la toma de posesión se debe celebrar «a más tardar a las 16:00» del 14 de enero, pero pasada esa hora Arévalo, de 65 años, seguía pendiente de las maniobras del Congreso, donde se retrasó el nombramiento de nuevas autoridades de la cámara.

Después de cinco horas de receso, la sesión se reanudó para dar por concluido el periodo de los diputados salientes y que fueran juramentados los 160 diputados del nuevo Congreso, minutos antes de las 8 de la noche.


Antes, el Congreso que concluyó su mandato, dominado por conservadores, aprobó con 83 votos que los 23 diputados del Movimiento Semilla, de Arévalo, asumieran sus cargos como «independientes», por lo que no podrían optar a la Junta Directiva ni presidir comisiones de trabajo.


Más aún, una vez instalada la nueva legislatura, y en medio de la tensa discusión, en la que unos exigían «respeto» y otros gritaban «golpistas», para la integración de la Junta Directiva, encargada de tomar el juramento al mandatario electo, la Junta de Debate negó la palabra a los diputados de Semilla.


Pero tras ásperos debates, la planilla encabezada por Samuel Pérez, de Semilla, ganó por 92 votos la presidencia del Legislativo, a lo que siguió una cascada de impugnaciones de los congresistas del llamado «pacto de corruptos».


El resultado fue celebrado al grito de «sí se pudo» en el Teatro Nacional, donde ya estaba Arévalo listo para la ceremonia de juramentación, y miles en las calles festejaron igualmente.


Después, por 93 votos a favor, el Congreso aprobó una moción para reconocer al Movimiento Semilla como bloque legislativo, lo que zanjó el camino para la juramentación del también sociólogo, ex diplomático y filósofo.

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