Por: José Eduardo Cruz Carbajal


Iguala, Guerrero, Octubre 28.- Hola mi amor: Si, soy yo de nuevo, escribiéndote una carta que jamás recibirás, pero que me ayuda a consolarme ante la dura realidad de tu ausencia y, es que esa es la verdad, me duele tanto que ya no estés. Sigues dibujando una sonrisa en mi rostro cada vez que te pienso o que menciono tu nombre, el libro que me regalaste sigue siendo mi mayor tesoro, pero al mismo tiempo sigo llorando tu ausencia, un dolor con el que definitivamente he aprendido a vivir. Sigo llenándome la boca diciendo tu nombre en la oscuridad de la noche, sigo diciéndote lo mucho que te amo, sigo implorando tu perdón, pero lo único que recibo como respuesta es el silencio, un silencio hiere, que se puede palpar.

¡Cuánto daría por volverte a ver! Por abrazarte, por escuchar u voz, por volver a sentir tu mano sobre la mía, algo que jamás volveré a sentir. Me hiciste sentir cosas que yo nunca había sentido, despertaste al hombre valiente, romántico y enamorado que hay en mí, algo que sinceramente pensé que jamás viviría. Contigo viví la aventura del mor…La historia más bella de todas… ¡Nuestra historia!

Me hiciste sentir muy querido, muy amado, muy deseado, fuiste mi fiel admirador, creíste en mí, aun cuando yo no hacía y era presa del temor y las dudas, me elegiste a mí con todo lo que soy, y con todo lo que nuca voy a llegar a ser, junto a ti mis temores fueron reducidos a nada, debido a la fuerza del amor que nos tuvimos, ¿Cómo podré olvidarte?, ¿Cómo dejar de amarte?, ¿Cómo no estar eternamente agradecido contigo?

La vida sin ti ha sido más compleja de lo que pensé que sería, ha habido tantas ocasiones en las que he necesitado tu consejo, tu compañía, tus oídos escuchando las telarañas que hay en mi interior, ¡Y ya no estás! ¿Por qué el precio de haberte tenido es la realidad de tu ausencia? Un precio que honestamente no me gusta, se me hace injusto, pero que también asumo pagar con todo el dolor de mi alma. Ahora vivo honrando tu paso por mi vida, algo que siempre hare gustoso, no sé si aún me amas, y creo que nunca lo sabré, la respuesta quedara en el misterio, pero mi verdad es que te sigo amando, negar que te amo sería una traición a ti, y también a mi corazón, y eso jamás lo hare, cierro estas líneas recordándote algo que tú me dijiste: Siempre seré tu eterno enamorado. No estás conmigo, pero estas en mí, soy tuyo para siempre.

Referencias:

Pérez, G. (2017). La niña a la que se le vino el mundo encima. México: Diana.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

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