“Mi carne y mi corazón desfallecen; Más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
Salmos 73:26

Por: José Eduardo Cruz Carbajal


Ciudad de México, Octubre 29.- No me he olvidado de ti, espero que mis cartas anteriores estén siendo una guía y una luz para ti, en este tiempo que para ti debe ser de profunda tristeza y soledad. En está ocasión, quiero hablarte un poco de lo que pasará después de que hayas oficiado los ritos funerarios para despedir a tu ser querido, quizá ya te he hablado de ello en alguna de mis cartas anteriores, pero a mí no me es molesto decirte algunas cosas nuevamente, ya que sé que estás viviendo un profundo dolor, y que seguramente tendrás recaídas, así como también puede ser que te sientas en un callejón sin salida.

La realidad de la ausencia de tu ser querido será un duro golpe, llorarás mucho, pensarás que lo que vives es una horrible pesadilla, quizá te enojarás contigo mismo, pensando que pudiste haber hecho algo distinto, te enojarás con tu ser querido, ya que puede ser que sientas que con su muerte te abandonó, y seguramente también te enojarás con Dios, ya que no actuó como tú esperabas que lo hiciera. Sentir este enojo es normal…llamarle enojo se queda corto, es realmente una ira desbordada contra todo lo que se encuentra a tu paso, también vas a sorprenderte negociando con Dios, haciendo promesas o votos para obtener un resultado diferente, pero una vez más la realidad golpeará tu corazón, una vez que la muerte se ha presentado no hay marcha atrás, tu tristeza estará a flor de piel.

En estos años de ejercicio profesional y acompañando a muchos dolientes, la mayoría de ellos me han dicho en consulta que la muerte de un ser querido se siente de la siguiente manera: “como si me hubieran arrancado un pedazo de mi corazón”, y te confieso un secreto: Así se siente, tu vida jamás vuelve a ser la misma, una parte de ti muere juntamente con ese ser amado que ha partido de esta tierra.

Yo también he vivido mis propias pérdidas y en consecuencia he vivido también los dolores que ellas han traído consigo, si pudiera definir el dolor de la muerte usaría dos palabras: ¡Horrible y devastador! Pero en el dolor, también descubres el regalo del amor, un amor que no puede quitarte el pesar de tu alma pero que permanece contigo, sosteniéndote fuertemente, rodeándote con sus brazos y asegurándote que no transitarás esta pena en soledad. Tus sentimientos son válidos y lógicos, si los callas, ellos buscarán la manera de gritar después. Tu fortaleza no depende de cuan fuerte pretendas ser, la verdadera fortaleza la descubres cuando enfrentas lo que te tocó vivir. Con amor: Tu Tanatólogo.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo con estudios en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

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