Por: Álvaro Venegas Sánchez
Al convicto presidente de Estados Unidos las cosas no salen bien. El 20 de enero tomó posesión y a dos meses su capital político disminuye en vez de crecer. Altivo, creyéndose elegido y protegido por Dios para recuperar “la grandeza de América”, inició frenético firmando órdenes ejecutivas para suspender programas sociales, despedir servidores públicos que consideró inconvenientes a él y sus proyectos y anunció un nuevo orden mundial prácticamente bajo su liderazgo. México y Canadá, socios comerciales y vecinos cercanos tomaron nota y reaccionaron.
La determinación, arbitraria y unilateral del cobro arancelario del 25 por ciento, reiteró aplicarla al día siguiente de asumir la presidencia. No lo hizo. Como acto de “bondad” decidió trasferir al 4 de marzo y finalmente aplazó para el próximo 2 de abril. Justin Trudeau, Primer Ministro canadiense y Claudia Sheinbaum, cada quien por su lado, resolvieron responder de forma distinta.
La presidenta de México en lugar de confrontarse manifestó e insistió reiteradamente tener disposición de diálogo y colaboración; sin subordinación y con pleno respeto a la soberanía de nuestro país. Claro, responsabilizó a Trump, sin nombrarlo nunca, del daño a las economías y las consecuencias en perjuicio “de nuestros pueblos”. Vale decirlo y reconocer, a pesar de la tempestad propiciada por la tóxica arrogancia e insolencia del mandatario, quien sin fundamento, acusó al gobierno de México de proteger y estar controlado por los criminales, Claudia Sheinbaum demostró temple y mesura; llamó a la serenidad y a mantener la cabeza fría. En todo caso, cuidando no revelar su estrategia, habló de contar con planes alternativos para enfrentar cualquier posible escenario desastroso con la unidad de todos.
Bajo esas circunstancias, en vísperas del martes 4, sin más expectativa que una posible llamada telefónica con Donal Trump, convocó a la asamblea pública efectuada el día de ayer en la Ciudad de México. Sin embargo, merced a que la conversación que tuvieron con su homólogo fue respetuosa y resultó positiva, la asamblea de masas terminó siendo festiva, marco para refrendar la unidad de los mexicanos y buena oportunidad para invitar a participar el 1 de junio en la elección de jueces, magistrados y ministros de la SCJN para cambiar el Poder Judicial.
Por demás, gritos y esfuerzos mal intencionados de todos aquellos que los mueve la animadversión a la 4T, al partido Morena, al expresidente López Obrador y a la propia presidenta, sólo sirvieron para confirmar su imagen de traidores a la Patria. Siguen y no paran la difusión de “análisis” con versiones absurdas, creíbles sólo para ellos. Dentro de sus afirmaciones, ¡Qué barbaridad! sostienen que “Trump es más realista y honesto en los juicios que vierte sobre México y que AMLO, debía aprovechar la concentración de ayer, “para salir de su escondite”.
Al convicto de la Casa Blanca, a quien los jueces exoneraron porque (dijeron) no podían encarcelar tratándose de un ciudadano extraordinario (había ganado las elecciones para ser presidente), no le ha ido bien por ahora y qué bueno. Más allá de las pretensiones geopolíticas a nivel mundial frente a los intereses de Rusia, China, el mismo Israel y con miembros aliados de la OTAN ante el maltrato a Ucrania, situaciones económicas y políticas internas podrían desestabilizarlo y achicar su liderazgo y la presencia del Partido Republicano en elecciones venideras.
Para los afanes democráticos, es muy alentador que, mientras Donal Trump sufre desgaste político prematuro, decepciona, pierde confianza y credibilidad dentro y fuera, la presidenta de nuestro país emerja, con enorme aceptación, como figura mundial liderando un pueblo con los principios del humanismo mexicano. Ambos van iniciando; pero el periodo presidencial de Estados Unidos es de cuatro años; Sheinbaum, en cambio, terminará hasta el 2030. El pueblo sabio y bueno tiene el reto de identificar y contener al extraño enemigo y a quienes se mueven ocultando intereses mezquinos.
Iguala, Gro., marzo 10 del 2025