“Cada vez que nos sucede algo malo queremos correr al lado de quien nos ama y cuida para contárselo.”
Bárbara Bretón
Por: Eduardo Cruz Carbajal
Ciudad de México, Agosto 27.- En el oscuro camino de mi dolor, me encontré a un compañero que transita por la misma senda oscura y retorcida que yo, vaya sorpresa, jamás habría imaginado toparme con alguien en mi misma condición. Se acercó a mí, abriendo el corazón y exponiendo su herida sangrante, su dolor es el mío, su historia es mi historia, su pena es la mía y desde luego su vergüenza también, mi compañero de dolor es un reflejo mío, es como si me hubiera encontrado a mí mismo en el momento menos pensado.
A lo largo de nuestro caminar hemos desnudado nuestros corazones, hemos expuesto nuestros más íntimos pensamientos y deseos, nuestros anhelos más profundos han quedado sobre la mesa. Lágrimas han brotado por nuestros ojos, hemos expresado nuestra falta de consuelo, lo profundo de nuestra pena, nuestras muchas preguntas, y nuestras pocas respuestas, hemos experimentado el espantoso silencio del dolor, pareciera que nuestra oscuridad es cada vez más profunda.
Nos hemos regalado dos orejas, una boca, entre nosotros reina una comprensión genuina, a veces pareciera que ambos sabemos lo que el otro está pensando, ha sido un camino lleno de sorpresas. Pero también hemos reído, nuestras carcajadas han sido la mejor medicina para nuestros corazones heridos por el dolor del abandono, hemos compartido nuestras historias una y otra vez, ya que la historia se cuenta hasta que deja de doler. A veces pareciera que nos estancamos en un paso del camino, pero así es el camino del dolor, avanza lento, a veces se detiene en algún punto del camino, pero la realidad es que, una vez iniciado el recorrido, ya no hay forma de volver atrás.
Tener un compañero de dolor es un tesoro, un regalo del cielo. En él he encontrado un lugar seguro al cual puedo correr en momentos de tristeza y soledad, él me asegura que, a pesar de sentirme solo en esta pena, no lo estoy, ya que él transita este valle a mi lado, he visto su fidelidad, su lealtad, su complicidad, al mismo tiempo he descubierto todo lo que yo represento para él, me ha honrado al decirme cómo se ha sentido caminando a mi lado. Si la pérdida siempre trae consigo una ganancia, mi compañero de dolor es mi gran regalo, un regalo que quiero conservar hasta mi último suspiro.
Referencias:
Pérez, G. (2019). Convénceme de vivir. México: Diana.
*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo con estudios en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com