Por la dignificación de la vejez
Por: José Rodríguez Salgado
En recuerdo de mi maestra María Teresa Casanova Mier.
Nadie discute ahora que los ancianos merecen una vida digna; que deben gozar a plenitud de los derechos y que el Estado tiene la obligación de cuidarlos y procurar sean correctamente atendidos y acompañados en sus tribulaciones y soledades. Llegar a estos momentos no ha sido nada fácil, fue necesario desplazar múltiples esfuerzos y gestiones sin límite. Uno de los espíritus más decididos fue el de mujeres como la guanajuatense Ema Godoy Lobato, quien insistió hasta la terquedad para que la población senecta fuera considerada en las instituciones públicas del país.
Gracias a la tesonera actitud de esta mujer ejemplar la lucha no fue en vano. Después de muchos años de activismo se vieron colmados los esfuerzos. En 1977 Ema Godoy fundó la Asociación Civil “DIVE” (Dignificación de la vejez), cuyo lema fue “La ancianidad debe ser Maestra, Consejera y Guía”. Años después se unieron a su lucha la economista Lidia Camarena, la doctora Lilia C. Berthely Jiménez y el magistrado Euquerio Guerrero López, para fundar en 1979 con apoyo del gobierno federal la primera institución pública dedicada a la atención de la vejez, INSEN (Instituto Nacional de la Senectud), todos ellos apoyados por la señora Refugio Pacheco Vda. de López Portillo. La maestra Godoy inculcó en la sociedad el inaplazable deber de cuidar a nuestros ancianos, amarlos y respetarlos siempre. Por años en la XEW, expandió su mensaje e iniciativas que tuvieron gran influencia entre la población.
Como consecuencia tiempo después nació el INAPAM (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores), cuyos logros son evidentes y reconocidos por los beneficiarios que suman millones. Junto a esta conquista es un hecho concreto que los afanes de la maestra Godoy deben continuar para vencer resistencias de quienes se niegan a aceptar que los hombres y mujeres mayores tienen derecho a disfrutar una vida saludable y acceder a los recursos suficientes para disfrutar de un nivel decoroso. Igualmente ejercitar todas las libertades políticas, sociales y religiosas; contar con espacios para alentar su creatividad y productividad, en suma, fomentar la capacidad humana y aprovecharla en beneficio del género humano hasta obtener avances enormes y profundos.
Ema Godoy proclamaba que no podemos ni debemos ser pasivos ante tanta frustración y desesperación, hambre y miseria. Observaba que parecía que los problemas no tenían solución y que las ideas y las acciones que eran necesarias tardaban mucho en concretarse. Se pronunciaba por poner en cada uno de nuestros actos, disposición y talento para vivir en plenitud. La escritora, maestra, filósofa, pedagoga, psicóloga, locutora, poeta y crítica, nació el 25 de marzo de 1918 en Guanajuato. Estudió en el Instituto de Cultura Femenina y obtuvo la licenciatura como profesora de educación media especializada en Lengua y Literatura en la Escuela Normal Superior de México. Posteriormente ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y obtuvo el Doctorado en Filosofía. Cursó también las licenciaturas de Psicología y Pedagogía.
Viajo a París para realizar estudios adicionales de filosofía en La Sorbona y de historia en La Ecole du Louvre. Ejercitó la docencia a partir de 1947 e impartió cátedra en la Escuela Nacional de Maestros, en la Escuela Normal Superior y en la Universidad Claustro de Sor Juana. Fue asesora de la Sociedad Mexicana de Filosofía en la Universidad de Guadalajara.; Presidenta Honoraria del Ateneo Filosófico de la Universidad Panamericana y miembro de la Academia Internacional de Filosofía del Arte, con sede en Suiza.
Escribió para las revistas Ábside, El Libro y El Pueblo, Cuadernos de Bellas Artes, entre otras. Resaltan en su obra la religiosidad, el erotismo, la soledad y la angustia. Escribió biografías, cuentos, novelas, poesía, crítica de arte y ensayos. Recibió el Premio Ibero American Novel Award, en 1962, otorgado por la Universidad de Virginia, EE.UU., el Premio Internacional Sophia en 1979, otorgado por el Ateneo Mexicano de Filosofía; el Premio Ocho Columnas, por la Universidad de Guadalajara, como lo consigna la Enciclopedia de la Literatura de México. Escribió 15 obras dentro de las que destacan, “Érase un hombre pentafásico” y “Que mis palabras te acompañen”.
Falleció en la Cd. de México el 30 de julio de 1989 y en noviembre de 2006 sus restos mortales fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres. RIP.
Agosto 1° de 2024