Viajar en vacaciones
Por José Rodríguez Salgado
A la QFB. y maestra Margarita Barrios Sánchez, experta en el tema.
Clausurados los cursos escolares conviene pensar en unas merecidas vacaciones por los caminos de México y si se tienen posibilidades abrir las ventanas del mundo para reconocernos en los ojos de otros y con ello, a saber más de nosotros mismos y valorar lo propio. Vale insistir que cuando un mexicano viaja al extranjero de alguna manera empieza a descubrir su propio país. Por contraste surgen en su mente las cualidades de México, desde el carácter amable de nuestro pueblo, hasta las extraordinarias bellezas naturales. También destacan, los defectos a lo lejos. Y no es que no conozcamos nuestras características y limitaciones desde antes de viajar, sino que se evidencian al hacerlo.
En un fenómeno parecido –por surgir también la comparación– cuando nos visitan extranjeros. Generalmente su asombro lo provocan aspectos que para nosotros son cotidianos. Valen como ejemplo: los panes de muerto, las ofrendas, las calaveritas de azúcar con nuestro propio nombre en la frente y los ataúdes y esqueletos como juguetes para los niños. Ante ello los visitantes, sobre todo los anglosajones, se pasman y desconciertan. Cierto, esto nos hace reflexionar sobre el perfil prototípico del mexicano, aquello que nos distingue de los demás pueblos. Andrés Henestrosa nos decía en clase, que “todos los viajeros, así el que niega como el que afirma, el que atina, como el que yerra, han contribuido con sus luces y con sus sombras a crear la imagen de México, a hacerle su mitología y su historia”.
No sale sobrando la afirmación que con los viajes aumenta la cultura, pues ésta es el modo de ser, de saber y de hacer de cada pueblo o sociedad. La cultura proviene en efecto, de un flujo de tradiciones homogéneas y heterogéneas que se van homologando en su seno a lo largo del tiempo. Conocer y valorar son dos verbos inseparables. Cuando se viaja se adquieren experiencias y conocimientos distintos; se ven con ojos de azoro muchos de los rasgos de otros pueblos. Saber viajar es un arte difícil. Muchos lo hacen con el único objeto de llegar a un punto fijo y determinado. Para algunos es en sí algo demasiado práctico, llegar algún destino no tiene atractivo, en este caso, realizar el viaje no tiene importancia, no se goza y como ya se ha dicho, el deseo está sujeto a la urgencia de la llegada, se olvidan que ésta no es el objeto del camino. Lo atractivo radica en detenerse en los lugares que despierten capacidad de deslumbramiento. Desde luego se impone documentarse con suficiente información. Conocer los caprichos gastronómicos de cada lugar, sus frecuentes iluminaciones y las necesidades de comunicar a otras personas los descubrimientos y cada vez que se pueda, cumplir el deleitoso deber de escribir las experiencias del viaje.
Hay que recorrer los múltiples espacios que en el caso de México se ofrecen a los nacionales y extranjeros. Olvidarse aún por breve tiempo de los grandes centros urbanos, para descubrir los gozosos atractivos naturales que existen en muchos lugares de la provincia y los contrastes más absurdos y abismales. Observemos cada detalle que se presenta ante nuestros ojos en todas las regiones cubiertas de historia, tradiciones milenarias y una melancólica marginación del mundo contemporáneo. Viajemos por nuestro país y contemos las experiencias recogidas; busquemos ante todo las sutiles costumbres en que palpita el alma de México y la misteriosa manera en que nos ven los habitantes de otras tierras remotas.
Mucho tenemos que aprender del pasado y del presente de villas y rancherías, poblados y ciudades de cada entidad federativa. Recorramos los sitios de interés, con espíritu abierto, no especulativo que oriente a la mezquindad o a lo superfluo. Disfrutemos las callejuelas de cada barrio, descansemos en sus jardines y visitemos sus templos y ermitas; admiremos sus vestigios arqueológicos y aprendamos de sus museos que concentran buena parte de la historia regional. Observemos todo: las formas de vestir, de hablar, de caminar, de divertirse y las distintas maneras de comunicación social.
Obtendremos una gran enseñanza en el entendido que iremos acumulando no sólo placer, si no que sin darnos cuenta habrá crecido en buena parte nuestra cultura.
Quiera la vida que tengamos un viaje seguro y cómodo y que quede desterrado para siempre el fantasma de la inseguridad que ahuyenta y genera temor. Julio 25 de 2024