Por: Netza Albarrán Razo
En los últimos meses, los igualtecos hemos experimentado los estragos de la escasez de agua. La sequía que azotó nuestra región no solo afectó nuestras rutinas diarias, sino que también puso en jaque nuestra forma de vida y nos recordó lo frágil que es nuestra relación con este recurso vital. Afortunadamente, las recientes lluvias intensas han venido a mitigar esta crisis, y el anuncio del alcalde David Gama sobre la normalización del abasto de agua por parte de CAPAMI, tras la recuperación de los niveles de la presa «Valerio Trujano», nos trae un respiro. Sin embargo, es crucial que no olvidemos la lección que esta situación nos ha enseñado.
La experiencia de la sequía debe ser un llamado de atención para todos, sociedad y gobierno. No podemos permitir que esta crisis se convierta en un episodio más de sufrimiento temporal seguido de olvido y regreso a prácticas insostenibles. La escasez de agua nos mostró claramente la importancia de la gestión adecuada y responsable de nuestros recursos hídricos. Es fundamental que esta conciencia adquirida se transforme en una cultura permanente de cuidado y uso racional del agua.
Debemos adoptar una actitud proactiva y comprometida con el ahorro de agua, independientemente de la abundancia temporal que podamos experimentar. El agua es un recurso limitado y su disponibilidad depende de factores climáticos que en muchas ocasiones están fuera de nuestro control. No podemos darnos el lujo de desperdiciar este bien precioso cuando lo tenemos en abundancia, ya que el cambio climático y otros factores ambientales hacen que las sequías sean cada vez más frecuentes y severas.
La cultura del agua debe comenzar en nuestros hogares. Desde pequeñas acciones como cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, hasta la instalación de sistemas de recolección de agua de lluvia y el uso de tecnologías de bajo consumo en nuestros hogares, cada gesto cuenta. Es necesario que inculquemos estos valores en las generaciones más jóvenes, enseñándoles la importancia del agua y cómo pueden contribuir a su conservación.
Asimismo, las autoridades municipales tienen un papel crucial en la promoción de esta cultura del agua. Es necesario que se implementen políticas públicas que fomenten el uso eficiente del agua, así como campañas de educación y concientización que lleguen a todos los rincones de nuestra comunidad. Cabe señalar que no basta una infografía en redes sociales para asumir que se ha educado a la población, es necesario profundizar en las prácticas de concientización sobre el uso de los recursos naturales.
De igual forma, la gestión de las fuentes de agua, como la presa «Valerio Trujano», debe ser realizada con una visión a largo plazo, asegurando que las generaciones futuras también puedan contar con este recurso esencial.
No podemos olvidar tampoco la importancia de la infraestructura y el mantenimiento de nuestros sistemas de abastecimiento. La inversión en tecnología y la modernización de las redes de distribución de agua son fundamentales para minimizar las pérdidas y garantizar un suministro constante y seguro.
En conclusión, la reciente sequía y la posterior recuperación del nivel de la presa «Valerio Trujano» nos han dejado una lección invaluable. Es vital que no volvamos a caer en la indiferencia y el descuido. Debemos aprovechar esta experiencia para consolidar una cultura del agua en Iguala, basada en la responsabilidad, la sostenibilidad y el respeto por nuestros recursos naturales. Solo así podremos asegurar un futuro, sin agua, simplemente no lo hay.