Vicky Barrios
Iguala, Gro. El 4 de octubre se celebran 3 hechos trascendentes para la historia de Iguala, como son la fundación de la ciudad, a raíz de un hecho religioso que se enmarca con el santo patrono, San Francisco de Asís y el «Día de los locos».


El historiador y cronista de la ciudad, Guillermo de la Cruz Issa, relata que según cuenta la leyenda, los primeros pobladores se establecieron en donde hoy es la colonia Pueblo Viejo, en el Cerro Grande, mientras que en lo que ahora es el centro de la ciudad, eran tierras de labor. A la llegada de los españoles en la época Virreinal, inculcan la religión católica y ponderan a San Francisco de Asís que se convierte en el Santo Patrono de la ciudad.


Se dice, según la historia, que una noche cayó una tromba que destruyó la iglesia y el santo fue arrastrado por el agua, y después de varios días San Francisco fue encontrado entre el lodo, piedras y huizaches en lo que hoy es el centro de Iguala.


Entre varias personas quisieron levantar la imagen para regresarla a Pueblo Viejo, pero no pudieron, por lo que fueron por más personas y ni aún así pudieron, a lo que el sacerdote les dijo que esa era una señal divina de que San Francisco quería quedarse en este lugar y posteriormente le construyeron su iglesia.


“Cuando los lugareños encontraron la imagen, gritaron ‘Yoala’, ‘Yoala’, que quiere decir en nahuatl ‘Ya vino, ya volvió’, vocablo que define el nombre de la ciudad de Iguala. Esto sucedió un 4 de octubre, por lo que esta fecha se reconoce como la fundación de la ciudad”, señaló el historiador Guillermo de la Cruz Issa.


Por otra parte, prosigue De la Cruz, al desfile chusco que ya se realizaba desde el año 1900, se le agregó una pantomima donde los jóvenes se disfrazaban de damas ricas, con vestidos largos, joyas, pintados de forma exagerada, con peinados altos y un busto exuberante.


En un texto publicado en 1990 a nivel nacional, se hace referencia de ese desfile realizado en Iguala, donde se hace una sátira a las fiestas privadas del 15 de septiembre, en las cuales el pueblo no podía participar porque tenía prohibido entrar al salón, ahí sólo podían acceder las familias pudientes.


Francisco de Mesa, el soldado, quien traía la encomienda de cuidar a los indígenas y profesar la religión católica, llegó a Iguala junto con su esposa española, para cumplir los preceptos y ser ejemplo de la monogamia, “siendo él quien decidió que el santo a venerar en este pueblo sería San Francisco de Asís”, finalizó Guillermo de la Cruz.

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