La actualidad de las palabras
Por: José Rodríguez Salgado
Al abogado y cineasta Abidaín Bautista Nájera, ex condiscípulo y amigo.
Hace días tuve la satisfacción de reunirme con mi compañero de estudios en la Escuela Nacional de Maestros y condiscípulo en la Facultad de Derecho de la UNAM, maestro y candidato a doctor Ranulfo Evangelista. Hicimos gratos recuerdos de amigos y profesores. Nos atrevimos a intercambiar comentarios sobre asuntos para el futuro. Me sorprendió la entrega de un amarillento recorte periodístico de los sesentas que recoge fragmentos de mi discurso en el concurso de oratoria en el entonces Distrito Federal, que mereció por unanimidad el primer premio. Mi amigo Ranulfo se distinguió siempre por proceder en todo con riguroso orden, lo que explica su interés por archivar lo que consideraba relevante.
Le pregunté cómo localizó esa nota y su respuesta inmediata fue que me sigue todos los jueves en la columna que publico en este diario y al encontrar interés en el tema, consultó su archivo y ahí encontró la referencia en cuestión. Junto con las reiteradas gracias le obsequié uno de mis libros. Lo que más me sorprendió es lo que dije ante selecto jurado y numeroso público integrado mayormente por jóvenes, fue que cada giro literario y términos pronunciados no pierden actualidad. Por ejemplo, manifesté entonces, Compañeros: les hago el presente llamado convencido de la fuerza de la verdad de mis palabras. No sean presa del veneno de la envidia que es la más fea de las jorobas del alma. Mucho menos permitan que su conducta se contamine con la podredumbre de la mediocridad.
Debemos entender los cambios y aprendamos a analizarlos con objetividad y valentía. Apelemos a la valentía, sobriedad, honradez y rectitud de los prohombres que han escrito las páginas gloriosas de la historia. Somos herederos de un caudal de tradiciones, intentemos interpretarlas y perpetuarlas. No sigamos los dictados de una modernidad que fácilmente desprecia la memoria, olvida la historia y elimina la raíz que nos da vida y de la cual nos nutrimos. En estos tiempos el péndulo de la humanidad oscila más rápidamente pero más temprano que tarde regresará a la normalidad medular de la justicia y progreso.
Sin violencias, traiciones, mentiras y falsas promesas habremos de tomar el ritmo en la trinchera que nos corresponda. La historia es implacable, pronto lo veremos. Entre tanto preparémonos y orientemos a las masas; leamos buenos libros no obstante que para algunos leer es una tortura interminable. Enmendemos los errores, los desaciertos y aprendamos de los fracasos. El mundo no es parejo; no todos los seres son equilibrados y prudentes. También hay seres absurdos, personajes grotescos, políticos siniestros habituados a la agresión, embriagados por la riqueza y comodidades efímeras, pobres diablos adoradores de Tamerlán y Atila.
Cerremos el paso a la tristeza y la desidia y abramos el entendimiento a las ideas frescas que circulan por los pueblos plenamente libres. Consideremos el contexto de las realidades en que transcurre el destino de los hombres y la atmósfera de las nuevas ideas y no permitamos jamás los muros de la indiferencia y el oprobio. Superemos las adversidades; compartamos al menos un poco de calidez, simpatía y bienestar con los demás. Es posible la sana convivencia y el trato civilizado entre todos los pueblos de la tierra.
Hoy que se viven tiempos verdaderamente atroces y el demonio del armamentismo avasalla, contribuyamos en la medida de lo posible a que las economías no colapsen, que triunfe la fraternidad y reine la paz. Superemos el caos y el vacío que dejan las palabras de los simuladores. Cuando recorremos los caminos de nuestros pueblos pobres nos miramos en los ojos de la desdicha y comprobamos la injusticia del mundo, más cuando miramos el libro negro de la miseria, el abandono, la insalubridad y tristeza en los ojos aterrorizados de los niños.
Pongamos un alto a esta desmesura y no permitamos que los pueblos de América sean objeto de la explotación irracional de sus recursos. Exijamos un trato digno y correspondamos con un trabajo honrado y consciencia prístina. El futuro de la humanidad lo estamos esbozando los jóvenes, que no se frustren nuestros buenos propósitos, ni se estrangulen las vías del entendimiento. Para ello estudiemos constantemente y actuemos con ética y responsabilidad…
Gracias amigo Ranulfo.
Agosto 31 de 2023.