Por Fernando Polanco Ochoa
Chilpancingo, Gro. El obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Martínez, sugirió a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda dialogar con las personas que generan la violencia, pero también convocó a la población a promover la paz desde sus actividades cotidianas.
Los ciudadanos, opinó, deben “animar a los demás a dejar la violencia”, porque esa labor “se empieza en casa, en uno mismo, y después alargar un poquito a los demás, porque de otra manera es imposible”.
En entrevista refirió que no ha tenido tiempo de investigar los factores de la reciente escalada de violencia en esta capital, porque se ha concentrado en conocer la Diócesis, pero confió en “la fuerza que hay aquí en el gobierno público”.
Comentó que la gobernadora Evelyn Salgado Pineda ha insistido en que el diálogo es la vía de solución a los problemas y conflictos del estado, aunque comentó que con los obispos, específicamente con él, no se ha reunido.
Al respecto dijo: “confió en ese diálogo de la gobernadora con los que promueven la inseguridad, ella lleva esa encomienda, no quiere por la fuerza que disminuya la violencia, quisiera ella dialogar, tendrá los medios con quien dialogar y espero que así sea”.
González Martínez abundó: “me gusta el diálogo, el gobierno debe dialogar y ellos tienen el poder, el personal, sus recursos para dialogar y apostaría por ellos, ya que a ellos se les ha encomendado”.
Consideró que como iglesia católica también sufren como todo el pueblo, pero agregó que tienen la fuerza suficiente para empezar también a promover la paz, “empezando por nosotros mismos, y ojalá lleguemos con algunos que estén dentro del gobierno”.
“Que tenemos amigos policías, pues por ahí; diputados, por ahí; militares, por ahí; ojalá toda la sociedad pudiera aportar dentro de sus miembros a esta paz, porque al final son hasta hermanos, parientes, conocidos, son del mismo pueblo y como quiera hay parentesco y, a través de ese conocimiento que hay de familiares y de amistad, promover la paz”, añadió.
El jerarca católico consideró que “nuestros hijos merecen” un estado y ciudad diferentes, porque “es lo que nosotros como iglesia predicamos, que dejemos mejor oportunidad a nuestros hijos”.