Por: José Eduardo Cruz Carbajal

“…Se volvió mi verdor en sequedades de verano”
Salmos 32:4


Iguala, Guerrero, Abril 1. Perdóname amor mío, aun me es difícil lidiar con la realidad de tu ausencia, y lo peor de todo, saber que fui yo quien te soltó, esta pena me consume, seca mis huesos, solo mi pluma y el papel, así como unos pocos amigos confidentes, saben del gran dolor que llevo dentro, nunca pensé que la ausencia de un amor doliera tanto. ¡Te extraño! ¡Te extraño tanto! Soltarte ha sido la decisión más estúpida que he tomado hasta ahora, no sé si algún día podré perdonarme este gran error, y peor aún, jamás sabré si algún día podrás perdonarme.

Eres un gran amor, mi único amor, el secreto más lindo que guardo en mi corazón, ya lo he expresado antes, pero nunca me cansare de repetirlo: A tu lado me sentí muy querido, muy amado, muy admirado, muy deseado, junto a ti mis temores fueron reducidos a nada, me amabas tal como yo soy, me mirabas bonito, me mirabas con amor, me mirabas de una manera en la que yo aun soy incapaz de mirarme, me elegías a mí cada día, estabas conmigo porque así lo deseabas, ¡Gracias por tanto amor!

A tu lado viví la aventura del amor, algo que yo pensaba que jamás llegaría a mi vida, pero tu llegada me cambio para siempre, me sentí y aun me siento muy enamorado de ti, a ti te dije por primera vez un te amo, un me vuelves loco, un me fascinas, contigo despertó ese hombre romántico y meloso que vive dentro de mí y que permanecía oculto, vaya que tu belleza logró despertarlo. Todo iba bien entre nosotros hasta aquel espantoso día en que mis fantasmas mentales fueron más fuertes que yo y lo eche todo a perder, y ahora ya no te tengo, ya no está conmigo mi amado, mi amigo, mi compañero, ya no estás tú mi querido copiloto, el viaje de mi vida no es lo mismo sin ti, en verdad te extraño, no sé cómo he podido seguir sin ti, ni siquiera he podido llorarte, pareciera como si mis lágrimas estuvieran prisioneras en mi interior.

Por favor no me odies, recuérdame bonito, perdona mi gran falta, lo único que deseo es tenerte conmigo, demostrarte que con mi amor puedo curar la herida que yo te cause, los recuerdos de los planes que teníamos juntos aún siguen vivos en mi mente, de repente por las noches me sorprendo diciendo tu nombre, pidiéndote perdón, diciéndote lo mucho que te amo y lo mucho que tu ausencia me duele. Te he extrañado tanto, veo fotografías de parejas felices y no puedo evitar imaginar que así de felices nos veríamos tú y yo juntos, sin embargo, no estás, me echaste totalmente de tu vida, no tengo idea de dónde o cómo te encuentras, quiero buscarte, pero no sé por dónde empezar a hacerlo. Solo me queda el recuerdo de tu amor y de lo lindo que fuiste conmigo. Sé que quizá nunca recibirás esta carta, y si un día la recibes no sé si la responderás, lo único que sé es que escribo para poder expresar y comprender lo profundo de mi corazón, aquello que al ser articulado con palabras sería incomprendido por quien lo oyere.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

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