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Ciudad de México, Noviembre 20.- El beso —un contacto boca a boca no agresivo sin transferencia de alimento— podría haberse originado en el ancestro común de los grandes simios hace entre 21.5 y 16.9 millones de años y perdurar hasta los humanos modernos y los neandertales, según un estudio liderado por la Universidad de Oxford y publicado en Evolution and Human Behavior. La investigación sugiere que el comportamiento, documentado en chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas, es un rasgo ancestral más que una invención cultural reciente.
El trabajo, encabezado por la bióloga evolutiva Matilda Brindle, reconstruye por primera vez la historia evolutiva del beso utilizando un enfoque interespecífico y un análisis filogenético con modelado bayesiano para simular distintos escenarios a lo largo del árbol de los primates. El equipo colocó el “beso” como rasgo en la genealogía, ejecutó el modelo millones de veces y estimó su aparición en el linaje de los grandes simios hace más de 16.9 millones de años.
“Esta es la primera vez que alguien adopta una perspectiva evolutiva amplia para examinar el beso. Nuestros hallazgos se suman a un creciente conjunto de trabajos que destacan la notable diversidad de comportamientos sexuales que exhiben nuestros primos primates”, afirmó Brindle.
El estudio intenta responder a un enigma evolutivo: el beso parece conllevar riesgos —transmisión de patógenos— sin una ventaja directa evidente para la supervivencia o la reproducción. Aun así, su persistencia en especies emparentadas sugiere funciones sociales como evaluación de pareja, preparación sexual o cohesión del grupo, hipótesis discutidas por antropólogos y psicólogos evolutivos.
“Al integrar la biología evolutiva con datos de comportamiento, podemos realizar inferencias fundamentadas sobre rasgos que no se fosilizan, como el beso. Esto nos permite estudiar el comportamiento social tanto en especies modernas como extintas”, dijo el coautor Stuart West, profesor de Biología Evolutiva en Oxford.
Los autores definieron el beso con criterios comparables entre especies para distinguirlo de otros contactos boca a boca (como la alimentación o el “beso” materno con comida). Con esa definición, recopilaron observaciones de primates africanos y asiáticos —incluidos bonobos, chimpancés y orangutanes— y hallaron evidencias de besos en la mayoría de los grandes simios. El marco filogenético sitúa el comportamiento como ancestral y conservado, con variaciones entre linajes.
La investigación también concluye que los neandertales “probablemente también se besaban” y que es plausible que compartieran besos con humanos modernos, un extremo consistente con la evidencia genética de mestizaje y estudios recientes sobre intercambio de microbiomas orales. El debate académico sobre la amplitud de la definición del beso continúa, pero el consenso emergente es que el comportamiento tiene raíces antiguas y que su significado puede ser múltiple (apego, reconciliación, evaluación de pareja).
Aunque el estudio reconoce limitaciones —en especial la escasez de registros fuera de los grandes simios—, ofrece un protocolo para registrar de forma consistente besos en fauna no humana y una base estadística para explorar su historia en el linaje humano. “Aunque besarse pueda parecer un comportamiento común o universal, solo está documentado en el 4 % de las culturas humanas”, afirmó la coautora Catherine Talbot.
“Las normas sociales y el contexto varían enormemente entre las sociedades, lo que plantea la cuestión de si besarse es un comportamiento evolutivo o una invención cultural. Este es el primer paso para abordar esa cuestión”.
Los autores sostienen que el beso no es un rasgo monolítico: su función puede oscilar desde lo erótico a lo afiliativo. La novedad del trabajo reside en la escala comparativa y en fundir observación conductual con métodos filogenéticos para rasgos “no fosilizables”. En paralelo, especialistas ajenos al estudio han recordado hipótesis afines —como el origen del beso en conductas de acicalamiento— y llaman a ampliar la muestra a primates no hominoideos para afinar la cronología.
