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Ciudad de México, Octubre 29.- 1 de cada 130 nacimientos termina en muerte fetal, un hecho que despierta conmoción, incluso en sociedades con atención obstétrica avanzada.
La investigación realizada por NIH y publicada en la revista JAMA analiza millones de embarazos estadounidenses y revela que millones de familias enfrentan este duelo invisible, a pesar de los avances médicos.
¿Qué encontró el estudio y por qué importa?
La investigación evaluó datos de nacimientos, muertes fetales y condiciones maternas para estimar la verdadera frecuencia de la muerte fetal en Estados Unidos. Según los resultados, el índice real es mucho más alto de lo que se reportaba oficialmente, situándose en aproximadamente 1 evento de muerte fetal por cada 130 nacimientos. Este hallazgo indica que una proporción significativa de pérdidas ocurren incluso en embarazos sin factores de riesgo conocidos.
Por ejemplo, el estudio descubrió que cerca del 30 % de las muertes fetales no se asociaron a los factores clínicos habituales —como hipertensión materna, diabetes gestacional o fumar— lo que demuestra la necesidad de revisar protocolos y vigilancia.
La relevancia de este estudio es doble: por un lado, revela un problema de salud pública que exige atención; por otro, plantea preguntas éticas y sociales sobre qué tan preparados están los sistemas sanitarios para detectar y prevenir estas pérdidas.
Desigualdades y factores sociales
Más allá de las cifras globales, el estudio también subraya cómo las desigualdades raciales, económicas y geográficas influyen en el riesgo de muerte fetal. Se evidencia que mujeres de grupos raciales minoritarios, aquellas con menores recursos o acceso limitado a cuidados prenatales tienen una mayor probabilidad de experimentar esta tragedia.
Esto amplía la mirada: no solo se trata de causas clínicas, sino también de sistemas de salud, condiciones de vida y equidad social.
¿Qué es una muerte fetal y cómo se define?
Una muerte fetal (o mortinato) se refiere al fallecimiento del feto antes del parto —usualmente a partir de la semana 20 de gestación—, aunque la definición puede variar según el país. Los estudios citan que en Estados Unidos aún hay variabilidad en la forma de registrar y categorizar estos eventos.
El problema de los registros equivocados o subreportados significa que la tasa real podría estar aún subestimada. Según la World Health Organization (OMS), millones de bebés nacen sin vida cada año en el mundo, y muchas de estas muertes pueden prevenirse.
En este contexto, calcular “1 de cada 130” representa una advertencia seria para la atención obstétrica y la vigilancia perinatal.
¿Cuáles son los factores de riesgo más comunes?
Factores clínicos y obstétricos
Entre los riesgos establecidos se encuentran: hipertensión crónica, diabetes preexistente o gestacional, obesidad, tabaquismo, embarazo múltiple, anomalías fetales y prolongación del embarazo más allá de la semana 41. Estos incrementan claramente la probabilidad de muerte fetal.
Sin embargo, lo sorprendente del estudio es que un elevado porcentaje de muertes fetales (alrededor del 30 %) ocurrió sin ninguno de estos factores presentes, lo cual demuestra que la vigilancia y el control deben ir más allá de lo convencional.
Entorno social, atención y equidad
La atención prenatal oportuna, la calidad del sistema de salud y las condiciones socioeconómicas actúan como determinantes. El estudio resalta que las mujeres de comunidades marginadas tienen mayor riesgo por múltiples razones: acceso limitado a asistencia de calidad, menor detección de problemas y estrés social acumulado.
Este enfoque amplía la concepción: la prevención de la muerte fetal no es solo médica, sino también social y estructural.
¿Qué pueden hacer las familias y los profesionales de salud?
Para las familias
Mantén atención prenatal regular, aunque tu embarazo sea “sin riesgo”.
Aprende a reconocer disminución de movimientos fetales y notifícalo al médico de inmediato.
Controla factores modificables: tensión arterial, glucosa, peso, evitar tabaco y consumo de sustancias.
Asegúrate de que tu entorno de atención y cuidado sea de calidad: instalaciones, personal, referencias.
Para los profesionales y el sistema
Mejorar el registro y la vigilancia de muertes fetales para estimar correctamente riesgos.
Identificar no solo factores clínicos sino también sociales que amplían el riesgo.
Implementar protocolos de monitoreo fetal, gestión de embarazo prolongado y atención a poblaciones vulnerables.
Promover equidad de acceso y reducir brechas en los resultados del embarazo.
Este estudio que afirma que casi 1 de cada 130 nacimientos termina en muerte fetal pone en evidencia que aún queda mucho por hacer en el cuidado del embarazo. No basta con el seguimiento básico, se requiere atención integral que incluya factores médicos, sociales y estructurales. Cada pérdida fetal es una tragedia que habla de una falla del sistema, no solo del azar.
Si estás embarazada o piensas estarlo, mantén un diálogo abierto con tu ginecólogo, asegura una atención adecuada y participa activamente en el seguimiento de tu embarazo. Y si ya has vivido una muerte fetal, recuerda que el apoyo psicológico y médico es parte esencial de la recuperación. Este tipo de investigación nos recuerda que la prevención, la vigilancia y la equidad en salud no son opcionales: son esenciales para proteger vidas que aún no han nacido.

 
                    