Los Amores del Padre Juan

Por: José Rodríguez Salgado

A los ministros de la Iglesia que cumplen con su ministerio. Respetuosamente.

Una de las motivaciones para asistir al Festival Cultural Yohuala, además de las diferentes opciones, son para mi gusto, las presentaciones de libros de autores guerrerenses. En esta ocasión estuve el viernes 3 de los corrientes en el Museo de la Bandera Santuario de la Patria, como lo describí en mi columna del jueves anterior. Saludé a muchos amigos, entre ellos al maestro Juan Arellano Viveros, calificado poeta y narrador taxqueño, avecindado en la ciudad tamarindera. En festival anterior tuvo magnífico papel como crítico de la obra poética del calentano Lorenzo Esteban Palacios, me obsequió además su nuevo libro “Los Amores del Padre Juan y Otros Relatos”, mismo que leí con verdadero interés, pues su prosa, sintaxis y sindéresis son garantía de buena factura.

Hace tiempo escribí un artículo de su libro “Relatos sin Fronteras”, que me dio a leer y que me convenció por su riqueza descriptiva, sólida argumentación, buen uso de metáforas y símbolos, adicionados con un caudal de emociones y peso conceptual que honra la calidad de su trabajo de escritor de costumbres regionales, que cautiva desde el principio por el fácil manejo del lenguaje escrito, sin artificios gramaticales ni repeticiones innecesarias. En estos y otros relatos traslada fielmente sus convicciones de profundo conocedor de los paisajes del alma campesina.

En la novela sobre el padre Juan, se descubre su bagaje doctrinario, su fe y su apego al mensaje de Jesús el Cristo. Pudiera pensarse por el título, que es una crítica a la conducta de algunos sacerdotes que trastocan los principios de la religión católica, como en el libro de José Maria Eca de Queirós “El Crimen del Padre Amaro”, muy por el contrario, el personaje perfilado por Arellano Viveros, está concebido con objetividad y cabal respeto, en donde no hay asomo del que el ministro de la iglesia pueda arrepentirse.


El padre Juan renuncia a su sacerdocio, cuando recibe en una revelación visionaria del señor Jesús, para que vaya con su Obispo y exponga los motivos de su dimisión para ir en busca de su amada Guadalupe, la bella mujer que lo cautivó desde niño y de cuyas cualidades y enorme belleza quedó seriamente prendado. La jerarquía eclesiástica entendió el conflicto y aceptó su decisión. Vale aclarar que el presbítero desarrolló su ministerio por varios años en distintos lugares del estado de Zacatecas y que participó directamente en la llamada “Guerra Cristera” durante el gobierno de Plutarco Elías Calles; que se ajusta como cura católico a las condiciones y restricciones que la situación le impone; sufre, es perseguido, violentado físicamente y sometido a persecuciones y sacrificios sin límite.

Hay que advertir que el autor trata a la mujer con respeto, sin rebasar los límites impuestos por los nuevos tiempos; reconoce su evidente papel en la vida social y cotidiana. Para él las mujeres tienen exigencias y derechos todos los días, en todas las épocas y circunstancias. Sabe bien que las mujeres son la indispensable mitad luminosa de la humanidad. El personaje de Lupita se inscribe en ese espacio.


Arellano, hace gala del conocimiento de la historia patria, sin mostrar simpatías o antipatías por alguna de las partes beligerantes. En abono del novelista, debo señalar que su prosa es sencilla, ágil, sin artificios o retruécanos, que hicieran peligrar la continuidad del relato en cuestión. Hay unidad, cohesión, fuerza conceptual y erotismo sublime sin llegar a nada que desfigure la intención literaria. A decir verdad, esta novela corta me convenció a grado tal que puedo afirmar que en él “hay materia para el arquetipo”, mucho que reconocerle, aplaudirle y tenerlo como una de las grandes plumas de Guerrero.

En “Los Amores del Padre Juan” se aprecian la vida y el amor como grandes milagros. La literatura finalmente es eso, un milagro. Este texto espléndido lo comprueba. Así merecen devoción las palabras. No ignoro que para muchos esta obra puede verse entre la devoción cristiana y el límite del pecado, lo importante ver las cosas con madurez y sin prejuicios.


Maestro Arellano, siga escribiendo siempre. Felicidades.


Octubre 16 de 2025