Por: Álvaro Venegas Sánchez
LOS CÁRTELES GRINGOS, un libro de J. Jesús Esquivel corresponsal de Proceso en Washington, D. C., colaborador del programa de radio de Carmen Aristegui y conductor de podcast “Entre México y Washington. Tiene como antecedente LOS NARCOS GRINGOS publicado en 2016, texto con misma temática también de Jesús Esquivel. Recordemos, en 2016 habían pasado cuatro años del sexenio de Felipe Calderón y vivíamos la efervescencia de la violencia relacionada con el narcotráfico ya en tiempos de Enrique Peña Nieto.
Desde el preámbulo, 17 páginas, me atraparon los comentarios y datos causándome reacciones de indignación al ilustrarme y comprender mejor la hipocresía con que los gobiernos de Estados Unidos han manejado, en mucho tiempo, el tema del combate a las drogas.
De hecho se han acostumbrado a culpar del fenómeno e imparable aumento del consumo de narcóticos de sus ciudadanos a sus contrapartes extranjeras; ellas son las villanas y culpables de la perdición y muerte de la juventud de EU. Argumento tal cual esgrime hoy contra Venezuela y los cárteles mexicanos. Nada más erróneo que Donal Trump piense acabar con la drogadicción de sus paisanos provocando y lanzando misiles en el Caribe para matar a personas que van en lanchas porque supuestamente llevan droga. Sin embargo, esa idea rancia, convertida en política, “evolucionó pasando el país vecino de sentirse víctima a compinche y victimario”.
Esquivel recogió una contundente declaración de un agente de la DEA quien admitió que en su país existen y operan cárteles formados por estadounidenses: pandillas, clubes de motociclistas, y redes del crimen organizado que ya no sólo compran y venden drogas, sino que dominan rutas, controlan territorios y lavan miles de millones de dólares con la complicidad de los bancos. A los pandilleros y los clubes de motociclistas que fueron peones, ejército, pistoleros y súbditos de los cárteles del Golfo, Tijuana, Sinaloa, Juárez, Jalisco Nueva Generación y otros, la DEA ya los bautizó oficialmente como cárteles porque operan coma tales. “Este fenómeno criminal que los ingenuos ciudadanos de Estados Unidos siguen creyendo que es exclusivo de México, en realidad es un problema que se le escurrió de las manos al país víctima de sus propios pecados y autocompasión”.
El autor considera que “el sistema bancario y financiero es tan culpable como la DEA del trasiego internacional de las drogas y de la muerte de miles y miles de mujeres y hombres a manos de los delincuentes, criminales desalmados cuyo credo empieza y acaba con el símbolo de los dólares y los euros”. ¿Quiénes si no?, pregunta y en seguida se contesta: “Son los bancos estadounidenses los que lavan millones y millones que ganan los narcos gringos, mexicanos, colombianos, rusos, italianos, chinos, y de otras nacionalidades”; “Hay transferencias de hasta 10 mil dólares que pueden hacerse sin condicionantes y varias veces por día”. Por tanto, expone: “Si hubiera denuncia pública y judicial a bancos de renombre como cómplices del narcotráfico internacional tiraría la bolsa de valores de Wall Street en Nueva York y las de otros países incluyendo México”.
Igual señala una absurda contradicción: “La DEA, que con tanta enjundia presiona a los gobiernos de México para que capturen y extraditen a cabecillas de los cárteles y sus lugartenientes, cuando tiene en su poder a los criminales que tanto busca y persigue los libera y hasta los protege”. Son conocidos varios casos, pero Esquivel pone de ejemplo a Sergio Villarreal Barragán, El grande: “Acogido al programa de testigos protegidos de la DEA, Estados Unidos le perdonó haber metido cientos de toneladas de cocaína. Ahora vive este ex sicario en medio de ciudadanos estadounidenses que pueden confundirlo como un mexicano, latino o hispano rico”. ¿Y las víctimas de aquí y de allá?
Los Cárteles Gringos, contiene capítulos muy ilustrativos de la hipocresía: 6) La mayoría de los narcos en Estados Unidos son hombres blancos; 8) Narcofarmacéuticas; 9) A los cárteles gringos con pétalos de rosa. 10) ¿Qué diablos es el fentanilo? De éste opioide sintético es de asombrar la explicación del por qué los adictos a él parecen zombis y el poder letal que tiene. “Quien no se atienda luego de tocar o respirar fentanilo, la muerte le puede llegar en 25 minutos”. Ojalá mi comentario provoque interés y otros más lean este libro de Jesús Esquivel.
Iguala, Gro., octubre 6 de 2025