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Ciudad de México, Octubre 6.- Prendes la consola para jugar Call of Duty, donde gana la mejor estrategia militar. Acumulas un buen número de victorias y, como recompensa, recibes insultos.
«La furia se sale de control,» comenta Alex Gómez, un jugador apasionado. Ali Skinfield, otro ávido jugador, explica que la competitividad deriva en entornos hostiles y tóxicos.
Esa es la realidad del 50% de los jugadores a nivel mundial, que admitió haber participado y sido víctima de bullying en línea, según una encuesta de Preply.
La violencia en videojuegos es un tema de debate. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) propone un impuesto del 8% para mitigar los posibles efectos agresivos.
¿Los videojuegos generan violencia?
Los defensores de la agresión causada por videojuegos sostienen que la exposición a la violencia digital actúa como un «entrenador» de dinámicas agresivas.
Esto dicen algunos estudios:
Los videojuegos violentos se relacionan con mayores niveles de agresión física en jóvenes y niños, conforme a un estudio publicado en Behavioral Sciences.
La exposición marca pautas de comportamientos agresivos, como la intimidación, conforme a un metaanálisis de Media Psychology.
Jugar videojuegos violentos se asocia con la reducción de la conducta pacífica y la empatía.
En contraste, hay investigaciones que no encontraron violencia:
Un metaanálisis publicado en Psychology International concluye que los videojuegos, violentos o no, tienen efectos mínimos en el aumento de la agresión.
Una investigación publicada en Frontiers encuentra que las tendencias agresivas aumentan cuando los jugadores pierden en un entorno competitivo.
Sin cambios en adultos: Un estudio de Molecular Psychiatry no mostró cambios en la agresión luego de jugar intensamente durante dos meses.
Existe evidencia que respalda a los videojuegos violentos como un factor de riesgo que contribuye a aumentar la agresión, especialmente en adolescentes.
La socióloga Margarita Mantilla Chávez explica que los videojuegos violentos podrían afectar a las personas si no existe un entorno familiar seguro.
Por su parte, el doctor en psicología Néstor Fernández Sánchez añade que los gráficos dinámicos generan una conexión emocional que te hace sentir «dentro» del escenario.
El origen de la violencia
Como gamer, Ali considera absurdo culpar a los videojuegos. “Otros entretenimientos audiovisuales, como el cine o los cómics, también son violentos y no son satanizados».
Mantilla coincide y explica que culpar a los videojuegos de generar violencia tiende a ser una afirmación prejuiciosa:
«Los juegos violentos no trastornan la mente de las personas, mucho menos si existen redes de apoyo. Pero en contextos de violencia y abandono pueden ser detonadores de conductas agresivas”.
La doctora en psicología Alejandra Buggs es categórica al abordar el tema: «No existe una relación de las causas directas entre jugar videojuegos violentos y cometer actos violentos».
Explica que la violencia está ligada a factores estructurales como la desigualdad o la exclusión.
Para Fernández Sánchez, el verdadero efecto depende del hogar, la educación y la capacidad del jugador para diferenciar entre la ficción y la vida real.
“El peligro es mayor en la infancia y adolescencia, etapas donde la identidad y la regulación emocional aún están en desarrollo”.
Respecto a los comportamientos agresivos, según Buggs, surgen cuando hay factores psicológicos como:
La dificultad para regular emociones como la ira.
Haber experimentado trauma o violencia familiar.
Pertenecer a entornos sociales donde la agresión se normaliza.
Violencia gamer: incidentes y consecuencias
El eco de los disparos aún resuena en la historia de los videojuegos. En agosto de 2018, un torneo del videojuego Madden NFL en Florida, EU, se tiñó de rojo cuando David Katz acribilló a sus oponentes, y luego se suicidó. Más tarde, se supo que tenía problemas de ira.
Alex comenta al respecto: «La gente con problemas en casa, en su mente, o en su ambiente, cae en comportamientos violentos. Controlarlos, depende del nivel de madurez».
Mantilla agrega que un agente que podría fomentar algunas dinámicas violentas en ciertas comunidades gamers puede llevar a la desensibilización.
Además, el abuso de juegos puede causar problemas de salud como falta de sueño, irritabilidad y aislamiento. Buggs y Fernández Sánchez desglosan una serie de consecuencias por el exceso de horas invertidas:
Agresividad temporal o irritabilidad momentánea.
Irritabilidad y tensión.
Dificultad de concentración y poca empatía si el jugador no logra distinguir entre realidad y ficción.
Sin embargo, Ali reflexiona que la cultura gamer no solo es «culpable» de agresividad. “Crea relaciones amorosas, hermandad y unión entre los jugadores”.
Desde la psicología, Fernández Sánchez reconoce que los videojuegos pueden mejorar la concentración y estimular la creatividad.
Respecto a la propuesta del impuesto, Ali considera que es una medida «absurda y carente de fundamentos». No obstante, Ali y Alex Gómez están de acuerdo en que los videojuegos deben estar regulados.
Como en cualquier juego, las reglas claras ayudan
La clave está en fomentar un consumo crítico y supervisado, especialmente en menores de 16 años, la etapa más susceptible.
Los videojuegos violentos no son la causa única de la violencia, sino un elemento de riesgo que, cuando se combina con otros factores (como la falta de control de impulsos o el entorno social), puede influir en la conducta agresiva.
Mantilla tiene sugerencias: es importante la supervisión de los padres y verificar que los videojuegos sean aptos para su edad.
Las recomendaciones de los expertos en psicología son claras:
Establece pausas regulares y habla de las experiencias negativas mientras juegas.
Elige juegos cooperativos, narrativos o educativos.
Limita los tiempos de juego y complementa con otras actividades.
La evidencia carece de datos concluyentes para establecer un vínculo entre los videojuegos y la violencia, que se origina por factores sociales y psicológicos. La prioridad debe ser la supervisión y educación.