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Ciudad de México, Septiembre 18.- La revelación de posibles signos de vida en Marte ha llenado titulares esta semana y ha reavivado el debate acerca de la vida extraterrestre. Según explicó la propia NASA en un comunicado, el róver Perseverance, que se encuentra en la superficie del planeta, descubrió en una roca llamada CheyavaFalls, unas manchas que coincidirían con aquellas que deja la acción de los seres vivos. Aunque todavía no se puede confirmar nada, una de estas potenciales biofirmas denominada SapphireCanyon fue recolectada por el róver y confinada en un contenedor estanco.


Este contenedor, junto con otros muchos que ha ido tomando la sonda a lo largo de los años, se encuentran esparcidos por el suelo marciano, a la espera que otra misión vaya a por ellos. Lamentablemente, con los recortes en ciencia que ha sufrido Estados Unidos durante el mandato de Trump, puede que esta misión se retrase o cancele, por lo que la pregunta «¿Estamos solos en el universo?» podría quedar sin respuesta durante más tiempo.


Mientras tanto, a los científicos solo les queda elucubrar acerca de los posibles escenarios que se abren ante las incógnitas de la vida marciana.


¿QUÉ PASA SI REALMENTE HAY VIDA EN MARTE?


Los restos de vida más antiguos que conocemos en la Tierra datan de hace aproximadamente 3 500 millones de años, pero estas no tienen por qué ser la primera vida que se desarrollara en el planeta. Debido a los procesos de erosión y de renovación de la corteza que ocurren en nuestra superficie, las evidencias más antiguas podrían haberse perdido hace millones de años. Este hecho podría impedir conocer con precisión el momento exacto en el que apareció la vida y cómo lo hizo, dejando varias teorías plausibles, pero sin una evidencia absolutamente sólida.


Una de estas teorías es la panspermia, en la que se supone que la vida pudo viajar de un planeta a otro. Según la teoría panspérmica, cuando un meteorito suficientemente grande choca con la superficie de un planeta, puede eyectar fragmentos de este planeta fuera de su órbita y algunos de estos fragmentos pueden caer en otros cuerpos celestes. Esta parte de la teoría ha sido confirmada en más de una ocasión, puesto que existen en La Tierra rocas procedentes de La Luna y de Marte.


Lo que quedaría por confirmar es si en dichos meteoritos también podrían viajar polizones microscópicos que sobreviviesen al viaje espacial y pudiesen colonizar otro planeta. De ser así, quedan tres posibilidades: que la vida que se desarrolló en la Tierra comenzase en Marte, que sucediese del revés, o que pudo haberse formado en otro mundo de fuera del Sistema Solar y haber saltado de un astro a otro, diseminándose por el universo.


En la superficie marciana puede haber rocas más antiguas que ayuden a confirmar o desmentir la teoría panspérmica, dando carpetazo a ciertos callejones sin salida con una respuesta clara. Aunque otra posible versión de la historia es incluso más interesante: que la vida se desarrollase de forma paralela en Marte y en La Tierra. Esto significaría que la vida es un fenómeno muy común y que, por tanto, muchos otros sistemas solares podrían albergar vida microbiana o incluso compleja. Lamentablemente, sin la potencia de análisis que únicamente se puede lograr en los laboratorios terrestres, todavía no hay posibilidad de contestar a estas preguntas.


¿DE HABER HABIDO VIDA, PUEDE SEGUIR ESTANDO, PERO ESCONDIDA?

Uno de los ecosistemas más interesantes que existen en La Tierra está formada por un único organismo: Desulforudis audaxvinator. Y es que esta bacteria se encuentra tan sola y aislada porque vive en uno de los lugares más inhóspitos del planeta: en las minas de Mponeng, en Sudáfrica. Concretamente, el microorganismo vive a 2,8 kilómetros de profundidad en el agua que se infiltró en los espacios y grietas que quedan entre las rocas. A estas profundidades, las temperaturas se mantienen constantes a unos 56ºC y para alimentarse, esta bacteria sigue un régimen muy especial.


Desulforudis obtiene su energía de la desintegración del uranio de los minerales, de donde también obtiene hidrógeno y azufre. Además, otras rocas de distinta composición ofrecen una fuente de carbono y nitrógeno necesario para la creación de moléculas orgánicas.


Por tanto, si en La Tierra puede existir una bacteria que jamás ha visto la luz del Sol y que no necesita de ningún tipo de aporte orgánico para sobrevivir, en Marte podría haber vida similar oculta bajo la superficie. Eso sí, de estar tan oculta también será difícil de encontrar, pero con un futuro que parece que apunta a las estrellas, puede que en pocas décadas la vida en la Tierra pueda dar una respuesta a su soledad.