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Londres, Inglaterra, El Liverpool-Atlético de Madrid para lo bueno y para lo malo. Dos goles tempraneros de los Reds, y uno en el tiempo agregado, le dieron una victoria que, de inicio, parecía segura para la afición de Anfield. El equipo colchonero se vio forzado a generar una rebelión, impulsada con dos goles de Marco Llorente, levantamiento aplacado por la figura de Virgil van Dijk.
Hay citas en la Champions con giros inesperados. Lo que comenzó como un paseo para el Liverpool, terminó en drama y sangre fría. Con solo seis minutos en el reloj, los locales ya tenían una ventaja de 2-0, cortesía de Andrew Robertson y Mohamed Salah.

Este inicio fulgurante parecía asegurar una victoria cómoda para el Liverpool, desatando la euforia en las gradas de Anfield. La defensa del Atlético, conocida por su solidez, se vio distraía y superada. Sin embargo, los colchoneros sacaron fuerza y futbol.
Ahí emergió la figura de Marcos Llorente. Con dos goles en el tiempo de descuento, el mediocampista español no sólo puso en el encuentro a los suyos, sino que también les inyectó una dosis de esperanza. Esas anotaciones, que llegaron en los minutos 48’ y 81’, transformaron el estado de ánimo del partido, haciendo que el Atlético se sintiera más vivo que nunca.

La segunda mitad se convirtió en una batalla táctica, con el Atlético presionando en busca del empate, mientras que el Liverpool intentó contener el ímpetu rival. A pesar de los esfuerzos, el partido se mantuvo con una diferencia mínima, y el drama fue en aumento. El técnico Diego Simeone incluso fue expulsado por sus airadas protestas, pero sobre todo por un altercado que tuvo con un aficionado, evidenciando la alta tensión del encuentro.
Justo cuando el tiempo reglamentario llegaba a su fin y parecía que el marcador se mantendría, la figura de Van Dijk se alzó para los Reds. El defensa neerlandés, con un cabezazo imponente en el minuto 92’, aseguró la victoria para el Liverpool, el 3-2 definitivo y una puñalada en el corazón del Atlético.