El libro del centenario
Por: Teodoro Rentería Arróyave
CUARTA Y ÚLTIMA PARTE
Establecida la primicia -con foto y todo- del libro conmemorativo del “CENTENARIO” de nuestra insigne Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG, de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, puesto que: “Preservar la historia es también salvaguardar el porvenir”, por ello mismo “este compendio rinde testimonio de la pasión y el compromiso con que se ha resguardado nuestro legado cultural. En cada biografía existe la certeza de que la historia no es un pasado muerto, sino un horizonte que nos sigue interpelando. Una obra imprescindible para comprender la riqueza intelectual y humana que ha forjado cien años de la Academia Nacional de Historia y Geografía”:
Por ello mismo cerramos esta serie, con gran beneplácito, con la referencia a nuestra presidenta, Eleonora Elizabeth Rembis Rubio, quien ha dejado para esa misma historia, ser la primera mujer presidenta en los 100 años de la fecunda existencia de nuestra insigne institución “en la que nació, creció y se desarrolló”, dígalo sino sus dotes poéticas, con su obra versificada, que es un gusto a continuación reproducirla, no tiene título, bien se podría denominar “EL CENTENARIO Y LA NIETA”:
“Cien años de historia, de geografía y de saber: /Un siglo ha pasado, firme y valiente, /la Academia brilla, faro resplandeciente, /custodia del tiempo, del mapa, la voz, /tejiendo en sus libros, la memoria de Dios.
De pueblos y ríos, de sangre y razón, /del alma de México en cada rincón, /cien años, forjando el saber y el ayer, /con tinta dorada, que el viento no ha de perder.
Maestros, estudiosos, guardianes del ser, /con ojos de historia y pasión de aprender, /geografía que marca el destino y el suelo, /raíces profundas que rozan el cielo.
Hoy celebramos con honra y amor, /la luz de una senda que nunca murió, /cien años de letras, de mapas y piel, /Academia querida, tu legado es fiel”.
Y continúa con la siguiente y estupenda prosa rimada: “¡Qué honor tan grande! Mi vínculo con la Academia Nacional de Historia y Geografía, que no es sólo institucional, sino profundamente personal. Como presidenta y nieta del fundador, llevo en tu corazón y en mi labor el legado de quien soñó con una institución que preservara el conocimiento, la historia, la geografía, las bellas artes, la sociología y los conocimientos afines de nuestro país y de todos los países nacidos del mestizaje poblacional.
Mi amor y mi pasión por la Academia es más que admiración, es un compromiso vivo, una dedicación que atraviesa generaciones. Crecí escuchando relatos sobre la visión de mi abuelo, viví en su casa, comí en su mesa, escuché sobre los primeros pasos de la Academia, los desafíos y triunfos que fueron construyendo su prestigio. Para mi esta celebración del Centenario no es sólo un hito académico, sino una prueba del impacto duradero de su legado, del trabajo incansable de quienes han formado parte de ella y del amor y la pasión con que la presidio.
Al dirigir la Academia intento mantener viva una parte de todos los académicos que físicamente ya no están entre nosotros, honrando su esfuerzo y pasión en cada proyecto que he impulsado.
Mi historia de vida es una historia de amor al conocimiento, de orgullo para mis raíces y de compromiso con el futuro. Es herencia y es destino.
Esta herencia y este destino nació de un sueño, de una luz sincera, de manos que traza la historia entera, mi abuelo sembró con su fiel empeño raíces profundas en suelo.
Hoy su legado es mi voz y buena parte de mi vida, su alma perdura, jamás ha partido, porque en cada evento, resuena su nombre en mi corazón.
Soy hija del tiempo, guardiana del ayer, su nieta, su esencia, su voz en el ser, la historia me llama, me abraza, me guía, su visión arde en mi alma encendida.
Un siglo ha pasado, el saber floreció, y sigo sus pasos, con fe y con honor, porque amar la Academia no es solo mandato, ¡es un lazo eterno, sagrado y exacto!
Es parte de mi alma, mi Academia, nuestra Academia, no es sólo historia, no es sólo papel, es sangre y raíces, es fuego en mi piel.
Herencia que canta, que guía y que arde, es un siglo de sueños que nunca se parte.
En sus muros resuenan los ecos del ayer, sus libros son faros que alumbran mi ser.
Soy nieta del tiempo, guardiana de honor, mi abuelo sembró lo que hoy llevó en flor.
Cada mapa, cada pluma, cada voz y cada rincón, es un latido, vivo de mi propio corazón. Porque amar la Academia no es sólo decirlo, es sentirla en mi alma, en mi mente y en mi corazón, es verla existir, es disfrutarla, y gozarla.
Alzo mi voz, hoy renuevo el sentir, porque soy su esencia, su fuerza, su vivir. Un siglo ha pasado, vendrán muchos más, y mi amor por la Academia, jamás morirá”.
Herencia eterna de los académicos que han sido y legaron historia, de los presentes, empeñados y comprometidos en esa tarea colosal de honor a nuestra Academia y, de los del porvenir, quienes, al aceptar el honor de ser académicos, ipso facto, están en la magna tarea de preservarla y magnificarla.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional, Académico de Número y director de Comunicación de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.org, y el portal: www.irradianoticias.com