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Ciudad de México, Agosto 11.- Hablar solo en voz baja es un comportamiento que muchos realizan sin pensarlo demasiado: al buscar las llaves, al ensayar una conversación, al tomar decisiones o incluso en momentos de tensión. A primera vista puede parecer una rareza, un signo de distracción o una costumbre infantil, pero la ciencia tiene una visión distinta, y mucho más positiva. Claro, hay sus límites, y cruzarlos habla ya de una grave patología. Te lo explicamos.


Desde la sicología cognitiva y la neurociencia, hablar con uno mismo en voz baja es considerado un recurso mental útil que puede mejorar funciones como la memoria, la concentración, la planificación y la autorregulación emocional. A este fenómeno se lo conoce técnicamente como auto-habla (self-talk), y está lejos de ser un signo de locura.


Uno de los primeros teóricos que abordó esta conducta fue el sicólogo ruso Lev Vygotsky, quien observó que los niños tienden a hablar consigo mismos en voz alta cuando están resolviendo problemas. Para él, esta forma de lenguaje externo es la base del pensamiento interno. Con el tiempo, esa voz se vuelve silenciosa, pero no desaparece: en muchos adultos, simplemente permanece en forma de susurros o frases en voz baja.


Una herramienta cognitiva eficiente


La auto-habla cumple una función importante en la organización del pensamiento. Estudios recientes han demostrado que hablarse a uno mismo puede ayudar a mantener el enfoque, especialmente cuando se enfrentan tareas complejas o situaciones que exigen concentración. Lejos de ser un signo de distracción, murmurar puede ser una estrategia cognitiva eficiente.

Un estudio ampliamente citado, dirigido por el sicólogo Gary Lupyan en la Universidad de Wisconsin-Madison, demostró que las personas que nombran en voz alta lo que están buscando (como decir “llaves” mientras las buscan) lo encuentran más rápido. Esta técnica, conocida como etiquetado verbal, activa áreas del cerebro relacionadas con la atención visual y mejora el rendimiento en tareas de búsqueda.


Pero los beneficios no terminan ahí. Hablar solo también puede ayudar a gestionar las emociones. Al verbalizar un problema o una preocupación, se activa la corteza prefrontal, que está involucrada en la toma de decisiones y el control de impulsos. En momentos de estrés, el simple hecho de ponerse en palabras puede disminuir la ansiedad y ordenar los pensamientos.


Relación con la personalidad y la vida moderna


Este tipo de diálogo interno hablado funciona de forma similar a la escritura terapéutica. En ambos casos, las personas logran procesar emociones complejas, clarificar decisiones y reducir el malestar sicológico. Por eso, los sicólogos consideran que hablar en voz baja con uno mismo no solo es normal, sino en muchos casos saludable.


Además, diversos estudios han encontrado que la auto-habla dirigida a objetivos puede aumentar la motivación, mejorar el rendimiento en tareas físicas y fortalecer la perseverancia. Por esta razón, muchos deportistas, actores y profesionales de alto rendimiento recurren a frases motivacionales en voz baja antes de actuar.


Una revisión publicada en Perspectives on Psychological Science en 2020 concluyó que el diálogo interno, especialmente cuando es estructurado y dirigido, tiene efectos positivos comprobados en el comportamiento, la atención sostenida y el control emocional.


También se ha explorado la relación entre este hábito y ciertos rasgos de personalidad. Por ejemplo, las personas con mayor nivel de introspección, o aquellas con tendencias a preocuparse mucho (neuroticismo), tienden a hablar consigo mismas con más frecuencia. Esto no significa que tengan un problema sicológico, sino que usan el lenguaje para procesar internamente sus pensamientos.


Incluso en la vida moderna, este comportamiento se ha trasladado a nuevos formatos: muchas personas graban notas de voz para sí mismas, interactúan con asistentes virtuales o escriben mensajes que no esperan que nadie más lea. Todo esto puede verse como una extensión digital del diálogo interno.


¿Cuándo puede ser un síntoma preocupante?


Ahora bien, aunque en la mayoría de los casos hablar solo es funcional y saludable, la ciencia también ha delimitado un umbral claro entre lo normal y lo patológico. Existen situaciones en las que esta conducta puede ser un síntoma de un problema clínico más grave.

Hablar solo se vuelve preocupante cuando ya no es voluntario, ni está bajo control, y se transforma en la percepción de voces externas que la persona cree reales. Este síntoma se conoce como alucinación auditiva verbal, y es una manifestación común en trastornos psicóticos como la esquizofrenia.

A diferencia de la auto-habla, que es una herramienta de pensamiento, las alucinaciones auditivas son intrusivas y se experimentan como si alguien más hablara dentro de la mente. Las voces suelen tener contenido amenazante, imperativo o persecutorio, y generan un alto nivel de malestar. Lo más importante es que la persona pierde la capacidad de reconocer que esas voces provienen de su propio cerebro, lo que se conoce como falta de insight.


Estudios neurocientíficos han demostrado que durante estos episodios se activan regiones del cerebro responsables del procesamiento auditivo, como si realmente se escuchara a otra persona (Jardri et al., 2011). Por eso, aunque hablar solo es en la mayoría de los casos un signo de salud mental, cuando la experiencia involucra pérdida de control, voces externas y angustia persistente, es necesario acudir a un especialista en salud mental.


Pensar en voz alta puede ser saludable


Hablar solo en voz baja no es un signo de locura ni un hábito que deba preocuparnos. De hecho, puede ser una herramienta muy poderosa para mejorar la memoria, tomar decisiones, reducir el estrés y mantenernos enfocados. La ciencia ha demostrado que esta forma de diálogo interno hablado cumple funciones cognitivas y emocionales fundamentales.


Solo cuando esta conducta se acompaña de pérdida de contacto con la realidad, voces no reconocidas como propias o interpretaciones delirantes, estamos frente a un posible trastorno sicótico, lo que sí requiere atención clínica. Hablarse a uno mismo no es el problema: lo importante es cómo, cuándo y con qué nivel de conciencia se hace.


Así que si te sorprendes murmurando una lista de pendientes, animándote en voz baja o ensayando lo que vas a decir en una reunión, no te preocupes. Tu cerebro simplemente está pensando en voz alta, y eso —según la ciencia— está más que bien.