Regáleles palabras, regáleles futuro- Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

REGÁLELES PALABRAS.- Cuando hablamos de cuidar a nuestros niños, pensamos en vacunas, alimentación, revisiones de rutina y protegerlos de enfermedades. Todo eso es necesario, pero muchas veces se nos olvida cuidar otra parte fundamental: su cerebro, desde que nacen. Los primeros cinco años de vida son una ventana única y breve en la que el cerebro crece y se organiza a una velocidad que nunca volverá a repetirse. Durante esta etapa, se ha demostrado que el cerebro puede formar hasta un millón de nuevas conexiones neuronales cada segundo, construyendo las bases de la inteligencia, el lenguaje, las emociones y la forma de aprender y relacionarse con los demás. Lo más interesante es que este desarrollo no depende de tener juguetes caros ni de aparatos electrónicos sofisticados. Lo que más nutre el cerebro de un niño pequeño es la interacción afectuosa y constante con sus papás, abuelos o cuidadores. Hablarle al bebé mientras se le cambia el pañal, mientras se le baña, se le viste o se le alimenta, son momentos que cuentan y construyen conexiones cerebrales. Cuando un papá o mamá le sonríe a su bebé, le contesta cuando balbucea, le cuenta un cuento, le canta una canción o le señala objetos describiéndolos mientras caminan por la calle, está estimulando el lenguaje, la atención, la memoria y la curiosidad de su hijo. Esto no es un capricho, ocurrencia ni un invento reciente, sino un principio respaldado por programas internacionales como “Vroom” de la Fundación Bezos y por instituciones académicas que promueven el desarrollo infantil temprano. Incluso una importante empresa televisiva en México impulsa este tipo de iniciativas para motivar a las familias a darse cuenta de que cada momento puede ser una oportunidad de aprendizaje y vínculo emocional con sus hijos. Cuando un padre o madre habla de los colores de la ropa, nombra los sonidos de los animales o describe lo que está cocinando mientras el niño observa, está enseñándole palabras y conceptos que se grabarán en su cerebro. El juego, las canciones, los cuentos y la conversación diaria no son solo momentos de cariño, sino de aprendizaje que fortalecen al niño en todos los sentidos. Además de fortalecer el lenguaje y el aprendizaje, estas interacciones ayudan a construir una salud mental fuerte. Los niños que se sienten seguros, escuchados y valorados, desarrollan una mayor capacidad de atención, de autorregulación de sus emociones y de establecer relaciones sanas con los demás. Los niños que no reciben estímulos afectivos y de lenguaje en sus primeros años pueden tener más dificultades para aprender y socializar cuando lleguen a la escuela. Por eso, como pediatras, promotores de salud y familias, debemos motivar a nuestra comunidad a regalarles a nuestros niños tiempo, palabras, contacto visual, canciones y cuentos en estos primeros cinco años. No es un pérdida de tiempo: es una inversión de amor y de futuro. Esta etapa de la vida no vuelve, y aprovecharla al máximo les permitirá crecer con mejores herramientas para aprender, adaptarse, convivir y enfrentar la vida con más seguridad y alegría. Los primeros cinco años de vida son una oportunidad irrepetible. Jugar, hablar, cantar y leer con los niños fortalece su mente y su corazón. Como comunidad, es la mejor inversión que podemos hacer para que nuestros niños crezcan sanos, inteligentes y felices.

DON CHIMINO.- Séase que sí o séase que no pero, yo le seguiré echando la culpa al temblor de 2017 de que me ahiga cáido l´azúcar. Yo taba bueno y sano. Cada 6 meses me hago mis análises y siempre habían salido bien y mero después del temblor me cayó la mentada azúcar. En un principio no lo podía creer, ¿cómo a mí?, me preguntaba yo mismo. ¿Por qué yo? Ni tansiquiera mis abuelos o mis padres padecieron de eso, tonces: ¿y yo por qué? ¡Aray! Ni que ahiga estado como bidón o tinaco. Tampoco tan flaco lo que, eso sí, panzón. Tuve que repetirme el análises pa´ creer que deveras ya tenía yo el diabetes. Jui con tres doptores y al final uno que le dicen endroquinólogo, me dijo que me diera de santos que hasta cercas de mis sesenta años me ´bía cáido, que a otras gentes les cai a los 20 o 30 años y que casi siempre, o no llegan a cumplir 60 o los cumplen pero ya sin vista, sin que trabajen bien sus riñones o sin una parte de su cuerpo. Enclusive, me dijo que, ora con el mentado Covicho ese que vino dende China, muchas de las gentes que se nos adelantaron en el camino, tenían croblemas de azúcar alta. Eso como que me conformó un poco, pero, agu no lo trago por completo. No me resigno a ya no comer pan como a mí me gusta. Áhi voy comiendo anque sea una parte de gusanito, de concha, de chamuco o un taquito. Y ya no se diga que me pueda comer completo un pan de Chilapa con piloncillo o una cajita de Teloloapan. Y menos una concha o cuernito con nueces y pasas que hacen todos los sábados en la panadería que está a dos cuadras de mi cantón. En veces me llego a comer todo el pedazo de pastel en alguna fiesta y ¡tómala! A otro día amanezco con l´azúcar alta, casi de 200. Y es que, sabe tan sabrosísimo el pan que debieran inventar algo pa´que se lo coma uno y, antes de que llegue al estógamo, lo pueda uno echar pa´fuera. Si me llego a comer un cacho de concha le tengo que quitar todo lo que traye encima y me como lo demás. Pues aún asina se me sube. En veces le muerdo a un pan, lo saboreo en la boca y ya que se deshizo lo echo pa´juera al bote de la basura, dende luego, que no me vea mi Puchunga porque seguro me dice mis cosas, no solo por andar haciendo cochinadas sino porque le preocupa mucho que me vaya a petatiar tan pronto. Onde que dicen que tambor es más fácil que le pegue a uno eso que le mientan infarto bacardiaco o algo parecido. Por eso ya me cuido más. No vaya siendo que en una de esas ya no recuerdo a otro día y me quedo jetón pa´siempre. ¡Ay no! ¡pobre de mi Puchunguita! ¡Va a llorarme rete harto! Mejor me cuido. Ya como muchas verduras crudas, que la verdá, nunca me han desagradado. Es más, es díficil que algo no me guste de comidas. Le entro a todo. Lo que sí no puedo dejar es mi cafecito, ese sí que no me lo quito. Además dicen que no me afepta que lo tome. Solo que, en lugar de chopiármelo con uno o dos panes, ora uso un bolillo de esos que les llaman artesanales, lo tosto en la parrilla de la estufa. Le ensarto un trinchi en una punta y lo pongo a dar de vueltas sobre el fuego como pollo en rosticería. Ya que quedó bien tostadito, le cambio el trinche a la otra punta y lo dejo todo crujiente, a veces un poquito tatemado. Antes eran 3 diarios, pero no se crea que me zambaba todo, no, solo la cascarita, sin migajón. Le tuve que bajar a dos bolillos diarios y anque asina, no muy alta pero amanecía arriba de 140. Tuve que bajarle a dos medios bolillos diarios. Medio en la mañana y otro medio después de comer. Tocante al tratamiento, mi Púchun me da moringa, té de hojas de guayabo, hojas y flores de diente de león crudas, una cucharada de gel de sábila licuada con agua, media cucharadita de canela o de polvo de gengibre espolvoriada en las verduras o en lo que coma. Los doptores me han dado de diferentes medecinas, una que me dieron en un principio me provocaba hartísimas molestias en mi panza, me daba del pa´bajo, ascos, me llegó a dar gómito y mucho ardor en la boca de mi estógamo. Me la siguen dando pero la mitán de la cantidá que me daban antes, nomás que junto con otra medecina que me hace ir hartas veces a tirar l´agua y que me ha mantenido sin que se me vaya al cielo, y menos yo. Ora me quieren recetar una inyepción que se pone en la panza, tiene nombre parecido al volcán más alto de África. Dicen (como siempre que sale una medecina nueva), que es lo más mejor pa´tar muy controlado. Y a la mejor y sí, pero, se aplica cada semana y vale más de mil pesos cad´una. Como es nueva, agu no se sabe que males puede causar usarla y, no es por codo ni porque le saque a los piquetes con abujas pero, asina toy bien. Mejor voy a hacer un poco de ejercicio, iré a caminar al bulevar a onde dicen que caminan hartas chamaconas muy guapas y asina, hasta me echo un taco de ojo y… ándales, ya me rete colgué, áhi nos pa l´otra, graciotas.

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