Compromiso con la educación

Por: José I. Delgado Bahena

Hace unos días, el primero de julio, para ser más preciso, fui invitado a participar en una actividad en la Escuela Secundaria Técnica No. 67 “José María Luis Mora”, de San Miguel Zinacantepec, Estado de México, en la que también estuvo de invitado mi amigo el escritor Everardo Martínez Paco, y se desarrolló en dos sedes de la misma institución.


Por supuesto, la actividad programada, a la que le llamaron “Encuentro de escritores con lectores y comunidad escolar”, tuvo que ver con la promoción de la lectura y se llevó a cabo de manera maratónica, ya que inició a las 7:30 de la mañana y terminó a las 13:00 hrs.


Durante la realización de las presentaciones, Everardo y yo compartimos nuestros textos e invitamos al público a leer con nosotros, en nuestros libros que les prestamos para tal efecto, tuvimos que estar intercambiando de aula y llevar nuestros materiales de un lado para otro. Fue algo incómodo, pero obedeció a la organización de la escuela y entendí que el objetivo era que los escritores tuviéramos la oportunidad de estar ante diferentes públicos. De hecho, en mi primera participación tuve, entre los alumnos, a algunos padres que aceptaron la invitación de la escuela para asistir al evento.


La verdad, me dio mucho gusto el que hubiera padres de familia, porque he insistido en que los maestros y padres deben, también, ser lectores para que los alumnos tomen ejemplo y crean que es cierto que leer es algo bueno.

Antes de continuar debo agradecer la invitación y, sobre todo, felicitar a los organizadores, por esta iniciativa que nos dejó muy satisfechos por el interés que mostraron los alumnos en nuestras obras y en nosotros mismos. De corazón, un fuerte abrazo, junto con mis mejores deseos de que sigan realizando este tipo de esfuerzos académicos, para la directora, la maestra Beatriz Elizabeth Sandoval Zúñiga, a la Coordinadora de Actividades Académicas, la profesora Silvia Ríos Granados, a quien fue el intermediario para mi visita, el docente y poeta, Norberto Enrique Flores Torres, y a la Encargada de la Biblioteca Escolar, la profesora Cecilia Valle Romero.


Bueno, tengo que reconocer que para mí no era la primera vez que estaba en la escuela; ya en otras dos ocasiones había sido invitado por el profesor y poeta Norberto Enrique, de manera que algunos alumnos ya conocían mi obra; además, algunos de mis libros ya están en la biblioteca y una alumna recientemente participó en un concurso comentando mi novela “La noche de las cabras”, así que, pues, aunque no son los mismos alumnos, ya mi nombre era conocido: me pidieron autógrafos en cuadernos, playeras, papeles sueltos e, incluso, en un brazo y, lo mejor, estuvieron motivados para adquirir nuestros libros, los de Everardo y los míos, los cuales ofrecimos a precios accesibles para los chavos.


Reconozco y valoro este tipo de iniciativas que fortalecen el hábito de la lectura, aceptando que esta les será de gran utilidad en los siguientes niveles académicos y en la vida diaria. Por eso, creo que es necesario que se apoye, por parte de las autoridades superiores, a los maestros que se preocupan por ofrecerles a los alumnos oportunidades de interactuar con quienes escribimos, ya que se convierte en una experiencia inolvidable para ellos, y a nosotros, los autores, nos permite que lo que hacemos tenga trascendencia.
No puedo dejar de agradecer a mi amigo, el maestro Norberto, por su gentileza al invitarnos a comer en su casa, a mí y a mi asistente de esta ocasión, mi sobrino y también poeta, Moysés Lázaro, además de su acompañamiento para hacer un recorrido por el centro de la ciudad de Toluca, la que conocía de paso pero nunca había visitado los sitios representativos de la capital del Estado de México. No cabe duda que Norberto es un gran promotor de la lectura y mejor amigo.
Bueno, tengo que aclarar que, aunque estuvimos en Zincantepec, en realidad se trata de un área conurbada a Toluca, por lo que comparten espacios geográficos ambas poblaciones.
Honestamente, esta vivencia me dejó un grato sabor de boca, además de que aproveché la ocasión de saludar y compartir un último espacio con mi amigo Everardo, a quien le adquirí una de sus más recientes obras: “Elemento”, que ya me dispongo a leer.
Por favor, que no decaiga el ánimo, y que más instituciones educativas tomen ejemplo de esta escuela del Estado de México que constantemente abre sus puertas a la cultura.

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