Control de esfínteres: Paciencia, no prisa- Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

CONTROL DE ESFÍNTERES: PACIENCIA, NO PRISA.- Una de las etapas más esperadas —y a veces más angustiosas— en la crianza de un niño es cuando llega “la hora del baño”. No la del jabón y la regadera, sino la del control de esfínteres: ese proceso donde el niño aprende a dejar el pañal y usar la bacinica, la taza o el sanitario como los “más mayores”. El primer consejo es claro: no se trata de echar carreras. Ningún niño se gradúa más rápido por dejar el pañal antes de tiempo, ni fracasa en la vida por tardarse un poco más. Se trata de maduración, no de imposición. El control de esfínteres, tanto urinario como fecal, suele lograrse entre los 2 y 4 años de edad. Pero no es una fecha exacta ni obligatoria. Hay señales que nos indican que el niño está listo: si ya camina con de acá para allá, se sube y baja los pantalones, permanece seco por más de dos horas, empieza a avisar cuando siente que hizo pipí o popó y muestra interés en imitar lo que hacen sus padres o hermanos en el baño. Cuando eso ocurre, es buen momento para iniciar el acompañamiento… que no la presión. Una nica o bacinica cómoda y segura puede ser un buen primer paso. Algunos niños prefieren usarla fuera del baño, cerca de donde juegan o comen. Otros se sienten mejor directamente en la taza con adaptador. Lo importante es observar, respetar y acompañar. Una práctica útil es colocarlos en la nica unos minutos después de las comidas, (para aprovechar el reflejo gastrocólico), sin prisa y sin regaños. Y si no hace nada, no pasa nada. Se le aplaude el intento y se prueba más tarde. Lo que nunca debe hacerse es castigar o burlarse si se hace pipí encima o si no quiere sentarse. El miedo, la presión o el estrés pueden ocasionar bloqueos importantes. Hay niños que, por temor o ansiedad, se aguantan tanto que terminan con infecciones de vías urinarias, o se estrIñen al grado de ocultarse o aguantarse las ganas hasta que la popó se endurece y duele. Otros incluso se esconden cuando sienten la necesidad de defecar. Cuando eso sucede, en vez de enojarse, hay que entender que algo en el ambiente o en la dinámica está fallando. El estreñimiento crónico es más frecuente de lo que se cree durante este periodo, y puede convertirse en un círculo vicioso si no se atiende a tiempo. Por eso, es conveniente mantener una alimentación rica en fibra, con frutas con cáscara como manzana, pera, durazno; verduras crudas como pepino, lechuga, jitomate, col, zanahoria , betabel, agua suficiente y horarios regulares. Evite distracciones o gritos en el momento de ir al baño. La rutina debe ser tranquila, breve y repetida todos los días. Si hay señales de infección urinaria —como ardor, dolor al orinar, fiebre o cambios en el color de la orina— o si el estreñimiento persiste, hay que acudir al pediatra. Otra situación que inquieta a muchas familias es cuando en la guardería les exigen que el niño ya esté entrenado “sí o sí”. Ante eso, lo mejor es dialogar con respeto. El niño no es una máquina que se programa: forzarlo solo genera retrocesos. Si en casa aún no hay señales de madurez, lo más recomendable es posponer el ingreso o pedir tolerancia mientras se trabaja el proceso con paciencia y cariño. En resumen: el control de esfínteres es como una conquista, un acontecimiento pero no una urgencia. Se logra con amor, constancia, rutinas claras y sin castigos. No se premia con golosinas ni se le castiga ni grito. Se acompaña con sonrisas, palabras amables y comprensión. Si el niño logra avisar, se le reconoce el esfuerzo con un “¡muy bien!” o un abrazo, no con un celular ni una gusguería. Y si no lo logra todavía, también se le acompaña. Porque cada niño tiene su tiempo… y su manera de aprender. Educar no es apurar, es caminar a su lado hasta que pueda avanzar solo. Cuando se dice “adios” al pañal, casi todos ganan: el niño, su cuerpo, los padres… y también la lavadora, menos los que los fabrican.

DON CHIMINO.- Me dijo mi Puchunga que le gustó mucho lo que les patiqué la vez anterior tocante a las vacunas, que parecía que taba hablando un verdadero doptor. Y es que, quiéra que no, aprende uno de lo que nos enseña el doptor Daví. Por ejemplo, me puse a revisar lo que nos ha dicho sobre el zancudo que nos contagia el dengue al picar. Una palabra que nuncamente ´bía escuchado jue el nombre del pico con el que chupa la sangre y que se mienta probócide. Lo busqué en el google y leí que significa “trompa que sirve pa´alimentarse”, como la del elefante. Yo me imaginaba que, los que les mientan tambor moscos, tenían una sola abuja pa´chupar la sangre, y no, son seis: dos cuchillitos que cortan, dos que separan, una manguera chupa sangre y una luenga con saliva y anestesia pa´que no síentamos cuando le hacen al vampiro. Es como si trajieran en su pico un bisturí, una manguera y una jeringa. A diferencia del macho que no pica, nomas zumba, la hembra necesita sangre pa´madurar sus huevecillos. No lo hacen por hambre, es por la maternidá. No solo güele con su trompa deteptando olor a sudor, a respiración y calorcito, tambor usan sus antenas y sus patas. Los machos tienen sus antenas más peludas, parecen plumas de pájaros, las usan para deteptar a la hembra. Yo pensé que las chuparrosas que les dicen colibrís, con sus 60 latidos por segundo, aletiaban mas rápido del mundo mundial pero no. Una zancuda aletea 400 veces y el macho 600 veces por segundo, por eso zumban más. Una vez que detepta un macho a una hembra va en chinga sobre ella y cuando ya la tiene de pechito, empareja la velocidá de sus aleteos con los de ella que. Eso es amor en el aire. Solo necesita una sola apariada pa tener una como güevoteca de onde va sacando camadas de 100 a 200 güevos cada 3-5 días, una por una hasta el fin de sus como 30 días de vida. Ya preñada, busca agua pa´poner sus güevos. Basta una corcholata con agua pa´que nazcan maromeros que en una semana les salen alas y ¡a volar, se ha dicho!. Si por alguna razón el agua se seca, los güevecillos se quedan como dormidos, esperando que llueva de nuez. Aguantan más que los frijoles guardados: más de un año a la intemperie y, cuando hay agua, se dispiertan y, si su mamá tenía el virus, toda la nueva nacencia nacerá contagiada y seguirá regándolo y enfermando a más gentes. Porque, una zancuda que pica a alguna gente que tenga el virus del dengue, chupa la sangre con todo y virus y dende entonces ella le pasará el virus a todo aquel que pique. Es tan hábil la zancuda que nos detepta hasta de 30 metros de lejos. No nos enfoca como cámara de celular, usa su olfato pa´ deteptar los olores, los colores escuros y el movimiento. Si usté va a algún lugar onde ahiga zancudos con su ropa escura, es como ponerle un anuncio que diga. “Pícame”. Por eso es más mejor vestirse con colores claros. Y no es que los invóquemos, no, pero ya va un mes que ha tado lloviendo más seguido y no se mira que haiga muchos zancudos. ¿Será que ya las gentes entendieron que el mero croblema del zancudero son los criaderos? Ójala y sí porque ya las gentes se ´bían acostumbrado a mirar los maromeros de sus tanques, sus barricas y hasta en el trasto onde le dan agua a sus perros y a sus gatos. Les parecían hasta simpáticos, como popotitos vivos bailadores, nadando de cabeza a cola, asomándose, respirando por uno como tubito y se metiéndose pa´dentro si uno agita l´agua. Ya las gentes entendieron que tener criaderos es tener el enemigo en casa. Ya se cuidan, cual más ya le pone mosquiteros a puertas y ventanas, ya no es un lujo, es una necesidá. A la larga salen más caros los insepticidas, los repelentes, los raidolitos y sobre todo, lo caro que sale enfermarse. Asina que: no se haga el dormido si lo oye zumbar, si no le pica hoy, le pica mañana, dele en su madre anque sea con un periódico doblado, un matamoscas o como usté se las ingenie pero, no deje que le pique a usté o a las gentes de su cantón y… ¡sopas perico! Ya me rete colgué de nuez, áhi nos pa l ótra, graciotas.

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