La estabilidad económica personal no se limita únicamente a ingresos y egresos, esto es, solo la superficie; detrás de esto hay una planeación a futuro y previsión que busca satisfacer el objetivo de vivir con la mayor tranquilidad posible.

Con planeación y previsión podemos pensar en diferentes soluciones, pero hoy te quiero hablar de una de ellas, que puede parecer lejana y quizás hasta de película. Me refiero a los seguros, de cualquier tipo: seguros de vida, seguros de gastos mayores, seguros de automóvil, seguros de mascotas…

Sé qué pensar en la relación de finanzas personales con los seguros puede parecer bastante difícil, pero te aseguro que realmente es bastante fácil de entender. Intenta recordar el desajuste emocional y económico que te causa una enfermedad o un imprevisto; ahora imagina una de esas situaciones a mayor escala.  Son fuertes golpes que nos da la vida, y aunque nunca se está preparado para ello, siempre se puede recurrir a «colchones» que suavicen el impacto. 

¿Vale la pena pagar un seguro si no lo uso?

Los seguros son esa clase de servicios que no son visibles y que probablemente nunca veas en acción; parecen ser una fuga de dinero en lugar de un beneficio a largo plazo, sencillamente porque hasta que te enfrentas a un evento desafortunado puedes gozar de ellos.

Imagina que tú o tus familiares sufren un accidente, tiene que llegar una ambulancia y ser hospitalizados para recibir atención médica. Si bien en el momento no tienes cabeza para pensar en nada más que velar por la salud de la persona en cuestión y evitar un incidente mayor, tarde o temprano se presenta el pagar facturas y los costos de monitorización posteriores al accidente.

En el peor de los casos, tienes un guardadito que te ayuda a salir del paso o pides prestado para finiquitar el pago; sin embargo, tus gastos futuros se han visto afectados porque has desacompletado para tus gastos fijos como el pago de la renta, colegiaturas, gasolina o el viaje que tenías planeado para tus vacaciones, y posteriormente te persigue una deuda y una limitación en otros aspectos de tu vida.

Pero si cuentas con un seguro que te garantiza recibir atención médica, asesoría y acompañamiento en momentos tan delicados como estos, ya no tienes que preocuparte por el pago inmediato de los servicios, porque has abonado con anterioridad a tu seguro y “transferido” el riesgo a tu aseguradora, que asumirá el costo total o parcial del incidente.

Y, desafortunadamente, esta es una realidad que viven muchos mexicanos. Según datos del Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, el 26.2 % de la población en México no estaba afiliada a ningún servicio de salud, lo cual refuerza la idea de que pocas personas contemplan esta protección a futuro.

Y esto es coherente con datos de Bravo respecto a los motivos por los que los mexicanos se endeudan, ya que casi el 50 % de los encuestados pidieron préstamos o sobregiraron tarjetas de crédito por cubrir gastos médicos y/o emergencias, donde también se pueden englobar los percances médicos propios o de algún familiar.

Por eso es importante comprender que el valor del seguro no está en la frecuencia con la que se use, sino en el estar preparado en caso de un imprevisto que, de otro modo, hubiese afectado considerablemente tu bolsillo.

El impacto del seguro médico en tus finanzas personales

Como ya hemos mencionado antes, un seguro médico puede ser tu salvación en una emergencia. Sin embargo, en México existe poca disposición para contratar seguros de gastos médicos y, en general, se debe a un desconocimiento sobre los términos y condiciones de las pólizas de seguros, mala administración financiera y/o la falsa idea de que es un lujo.

Pero la realidad es que un seguro no solo funciona para minimizar gastos por percances médicos, sino que el tener la guía precisa de qué hacer en esos momentos complicados reduce mucho el estrés.

Aunque destaca el beneficio de evitar adeudos, existen dos ventajas más al contratar un seguro:

  • Proteger tus ahorros y tu patrimonio.

Aunque nuestros ingresos y bienes pueden limitar algunas experiencias o lujos, es clave tener claro con qué contamos y cuánto podemos gastar. Con esa base, organizamos nuestro día a día, porque al proteger lo que ya tenemos, aumentamos las posibilidades de conservarlo o incluso hacerlo crecer en el futuro.

El invertir en un seguro es una estrategia para proteger lo que nos importa sin tener que arriesgar el resto de nuestro patrimonio. Así que el primer paso es hacer un registro de tus gastos para que puedas determinar un monto mensual que puedas destinar para el pago de la prima del seguro. Entre más pagues, por lo general tendrás mejor cobertura, pero es importante no rebasar tu presupuesto para no comprometer el resto de tus pagos.

Al estar cubierto para imprevistos, tu presupuesto es más predecible y constante, disminuyendo considerablemente el realizar actos desesperados que comprometan tu salud financiera y mental. De hecho, empresas como Bravo han determinado que destinar más del 30 % de tu sueldo al pago de deudas puede comprometer el llegar a cubrir necesidades básicas como alimentos, vivienda y salud. Así que, si en un inicio pediste un préstamo por solucionar un tema de salud, muy probablemente caerás en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.

  • Personalización del seguro

Entender que cada persona es única y no una copia de otra nos lleva a valorar experiencias personalizadas, donde se tomen en cuenta nuestras necesidades, gustos y seamos realmente comprendidos. Queremos sentirnos vistos y considerados.

En ese sentido, los seguros fueron pioneros en la idea de personalizar sus servicios, mucho antes que otros negocios. Comprendieron que, para brindar un buen servicio, es fundamental adaptarse a las necesidades específicas de cada cliente.

Quien vive cerca del mar buscará protección ante desastres naturales; quien ama a su perro querrá asegurar su bienestar; y quien tiene una familia, seguramente buscará una cobertura ampliada.

Por eso existen distintos tipos de seguros:

  • Seguros de gastos médicos mayores
  • Seguro de auto
  • Seguro de casa, robo, desastres, protección familiar
  • Seguro de vida
  • Seguro para el retiro o renta vitalicia

Conclusión

Tal vez no se pueda comprar la alegría, pero la mayoría estamos de acuerdo en que tomar acciones para alcanzarla sí marca la diferencia.

Cuando nos anticipamos a los imprevistos, es más fácil disfrutar el presente y enfocarnos en lo que realmente importa.

Aunque no siempre veas en acción el seguro que contrataste, recuerda que es una herramienta de protección financiera y emocional ante imprevistos que te respaldara inmediatamente ante problemas difíciles.

Recuerda que si estás preparado con un seguro contarás con la tranquilidad necesaria para tomar decisiones con claridad, evitar endeudarte y seguir protegiendo lo que más valoras.