Jorge Albarrán Jaramillo y Netza Albarrán Razo
Enviados Especiales
Roma, Italia, Abril 30.- Largas filas de fieles católicos de diversas partes del mundo, se observan en las calles aledañas de la Basílica de Santa María la Mayor, para entrar a este recinto religioso donde se encuentran sepultados los restos del Papa Francisco.
Desde temprana hora, miles de personas esperan pacientemente el momento para entrar al templo y poder ver, aunque sea por un instante, el sepulcro del pontífice argentino, fallecido el pasado 21 de abril, a consecuencia de un derrame cerebral y una insuficiencia cardíaca irreversible.
Tras los honores de líderes mundiales y los solemnes ritos religiosos, el féretro de Francisco fue colocado en la mencionada basílica el 27 de abril, en medio de una ceremonia íntima a la que asistieron los cardenales para dar un último adiós a quien fuera el guía espiritual de la Iglesia Católica durante los últimos 12 años.
Jorge Mario Bergoglio fue quien pidió ser enterrado en el interior de la Basílica de Santa Maria la Mayor por su profunda devoción a la Virgen María, especialmente bajo la advocación de “Salus Populi Romani” (Salvación del Pueblo Romano), venerada precisamente en este templo. Durante su pontificado, el Papa solía visitar la basílica antes y después de cada viaje apostólico, como un acto de encomienda y agradecimiento a la Madre de Dios. Fue también en este altar donde apenas un día después de su elección en 2013, acudió a rezar en privado para dedicar su pontificado a la Virgen María, a quien pidió iluminación, fortaleza y guía para tomar las mejores decisiones en favor de la Iglesia Católica y del pueblo de Dios.
Los restos del Papa Francisco fueron colocados en un sepulcro sencillo, acorde con su estilo personal y su deseo de mantener la humildad incluso en la muerte. La cripta en donde ahora reposan sus restos se encuentra cerca del altar mayor, que alberga la imagen mariana más venerada de Roma. En ella se colocó una sencilla placa de mármol con el nombre grabado de “Franciscus”.
En la misma Basílica de Santa María la Mayor se están llevando a cabo las misas y los rezos del rosario que forman parte del novenario del Papa Francisco y que tienen por objetivo pedir por el descanso eterno de su alma, así como de ofrecer consuelo a los fieles y recordar la esperanza de la vida eterna.
La Basílica de Santa María la Mayor no es una iglesia cualquiera, puesto que se trata de una de las cuatro basílicas mayores de Roma, junto con las de San Pedro, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros, y es la más antigua de todas las dedicadas a la Virgen María en el mundo occidental.
Su construcción se remonta al siglo V y fue ordenada por el Papa Sixto III entre los años 432 y 440 dC, poco después del Concilio de Éfeso, que proclamó oficialmente a María como Madre de Dios. A lo largo de los siglos ha sido enriquecida con mosaicos paleocristianos, capillas, frescos y reliquias, convirtiéndose en un punto de referencia tanto espiritual como artístico.
Además de los del Papa Francisco, en el interior de esta basílica reposan también los restos de otros pontífices como Honorio III, Nicolás IV, San Pío V, Sixto V, Pablo V, Clemente VIII y Clemente IX, cuyas tumbas se localizan en las capillas laterales del recinto religioso.
Cabe mencionar que en esta basílica se conserva una de las reliquias más simbólicas del cristianismo, que consiste en algunos de los fragmentos del pesebre de Belén, sobre el cual fue arrullado el Niño Jesús luego de su nacimiento. Estos restos de madera se encuentran resguardados bajo el altar mayor, en la conocida cripta de la Natividad, motivo por el cual a esta basílica también se le conoce como la «Belén de Roma».
Otro elemento digno de mención es su imponente campanario, que con sus 75 metros de altura es el más alto de Roma. Fue construido en el siglo XIV y desde él se domina el paisaje urbano romano con sobria elegancia. En la plaza que antecede la entrada principal, se alza una monumental columna mariana del siglo XVII que se encontraba en la antigua basílica de Majencio, misma que en aquella época tenía funciones civiles y administrativas, y que fuera concluida por el emperador Constantino el Grande, quien más tarde se convirtió al cristianismo.