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Ciudad de México., El papa Francisco supo que el boxeo no era sólo un intercambio de golpes. Vio en este deporte un ritual de respeto, una forma de diálogo entre opuestos, un ejemplo de lo que el mundo podría ser si después de cada pelea hubiera un abrazo.


En 2016, durante su visita a México, esa intuición se convirtió en misión. No fue una idea lanzada al aire como un gancho o cruzado de derecha. Fue una invitación directa a Héctor Sulaimán: abrir Scholas México, la sede local de su fundación educativa no confesional, con el objetivo de formar a jóvenes a través del arte, la tecnología y el deporte.


“Fue una visita que cambió la vida de muchas personas”, recordó Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo en entrevista con Excélsior. “Nos pidió un programa de boxeo para educar. Para enseñar por medio del deporte. Ahí comenzó todo”.


Así nació BoxVal (Boxeando con Valores), una alianza entre el Vaticano, Scholas y el CMB que convirtió al boxeo en una herramienta pedagógica, de inclusión y reconciliación. La primera gran idea fue más que simbólica: una pelea entre un católico y un musulmán. Saúl Canelo Álvarez contra Amir Khan, en mayor de 2016.


“El boxeo era, para el Papa, el deporte más noble que existe. Le gustaba que dos personas que pelean con intensidad en un ring al final puedan darse un abrazo. Decía que, si todo en la vida fuera como el boxeo, el mundo sería otro”.


La pelea del Canelo se celebró en Las Vegas, pero el mensaje se compartió antes en Londres, Nueva York y Los Ángeles, en conferencias donde se presentó El Olivo de la Paz, una escultura símbolo de esta cruzada.
En el pesaje en el T-Mobile Arena, se colocó una placa conmemorativa.


Uno de los cinturones entregados esa noche no tenía oro ni diamantes. Fue hecho a mano por Adrián Pallarols, un orfebre argentino amigo del Papa, que combinó plata y cuero con símbolos de paz. Fue el primero de muchos. Porque después de esa noche vinieron más de 20 Peleas por la Paz en varios países.


“Héctor, mi hermano, se encargó de cumplir los deseos del Santo Padre desde México. Convirtió a Scholas en el centro de operaciones de un sueño que buscaba eco entre quienes querían sumarse para ayudar a los jóvenes”, dijo Sulaimán.


Desde entonces, múltiples entrenadores y promotores se han sumado. Se organizaron clínicas, charlas y activaciones comunitarias donde el boxeo dejó de ser un espectáculo para convertirse en herramienta de transformación. Sin reflectores. Con propósito.


En Roma, el Papa recibió a leyendas del CMB: Julio César Chávez, Canelo Álvarez, Deontay Wilder, Sergio Maravilla Martínez. El Vaticano más de una vez se llenó de campeones. Un reconocimiento de igual a igual.


“El Papa los escuchó, los abrazó, los trató como personas, no como celebridades. A mí lo que más me impresionó fue su mirada. Su sencillez. Te hacía sentir único entre la multitud”, contó Mauricio sobre su convivencia con el papa Francisco.


Cuando se anunció su fallecimiento en las primeras horas de ayer, el CMB decretó una semana de luto. No sólo por respeto institucional, sino por gratitud. Porque, durante su pontificado, el boxeo tuvo en Francisco un creyente, un aliado, un papa que entendía los códigos del ring.


“Lo que más me dejó fue su trato sencillo, su humanidad. Siempre te hablaba al corazón. Con él, el boxeo encontró una voz dentro del Vaticano. Y nosotros, una causa más allá de los títulos mundiales”.

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