Alejandro Massa Varela
Iguala, Guerrero, Agosto 31.- ¿Qué pueden decirnos los testimonios de parientes, amigos, biógrafos e intérpretes sobre el vínculo irrompible entre el físico Albert Einstein y la música? ¿Por qué el famoso científico tomó al violín como amante, al grado de llamar Lina a cualquiera en su posesión?
La música era para Einstein una conexión con la armonía subyacente al universo, con el genio creativo de los grandes compositores y con otras personas que se sentían cómodas vinculándose con algo más que las palabras. Estaba asombrado, tanto en la música como en la física, por la belleza de las armonías.
Estas palabras del periodista Walter Isaacson pertenecen a la biografía de 2007 Einstein: Su vida y su universo, un excelente libro sobre el hombre que fue la quintaesencia de “genio”, sin duda. Aunque ya todos conocemos bien datos sobre la importancia del gran físico judío: el Premio Nobel de 1921, su admiración por el filósofo Baruch Spinoza y el matemático Kurt Gödel, la famosa y poco comprendida ecuación E=mc2, y, sí, su talento como violinista.
Todos más o menos hemos oído hablar de una gran mente que buscó la formulación científica definitiva sobre ese todo armónico que ha conmovido a músicos, poetas, religiosos y naturalistas. Pero vale la pena hablar sobre un Einstein mucho más personal que “tocó” o “sonó” el universo, verbo mucho más íntimo en italiano, “suonare”. Sonar no “como si” el yo y el instrumento fueran uno, sino simplemente suena este entrelazamiento en todos los niveles, la gran unidad intrínseca, las cuerdas invisibles de un violín y de un interior que hacen presentes.
De mi violín consigo el mayor regocijo. Si no fuera físico, creo que sería músico. A menudo pienso en la música. Vivo mis sueños en la música. Veo mi vida en términos de música.
Esto dijo el genio en una entrevista de 1929 para el Saturday Evening Post. ¿O lo dijo la persona, el hombre y el niño Albert? La música era mucho más que un hobby para Einstein, o una afección es mucho más importante de lo que creemos o nos permitimos conceder. Porque no es que el físico más conocido de la Historia también pensara que podía ser un violinista que “violara” el tiempo al nivel de Paganini, Óistraj o Sarasate. Aquellas palabras no tenían nada que ver con una meta, sino con el ego como sentimiento de placer, y con un placer que desaparece el ego. Es una conclusión sobre la música como el asidero firme de la vida emocional.
Hijo de una pianista profesional, la música acompañó a Einstein desde cuando le fue posible recordar o incluso antes, aficionándose por las sonatas de Mozart con apenas trece años.
No puedo imaginar mi vida sin tocar música… lo hace a uno independiente y libre.
Esto dijo Albert a uno de sus nietos, elegido para recibir su último violín. Sonar a música era clave del genio para ser incluso algo más: felicidad y calma. Los que conocieron a la persona coincidían en afirmar que, a donde fuera, siempre llevó consigo su violín, estuche en mano. A lo largo de su vida, Einstein poseyó cerca de diez de estos instrumentos y bautizó a todos con el nombre “Lina”, palabra que es más que una palabra por ser propia no de una cosa, sino de otro u otra, un “tú”, una relación abierta al tiempo y a su más allá como intimidad común.
Quienes supieron de este vínculo sabían que esta amante, más que divertir a Albert, le ayudó a pensar, lo que implica haber colaborado para que “Einstein” y “genio” se volvieran sinónimos:
La música le ayudó a pensar.
Su biógrafo Walter Isaacson.
La música le ayuda cuando piensa en sus teorías. Va a su estudio, vuelve, toca algunos acordes en el piano, anota algo, vuelve a su estudio.
Su prima y segunda esposa Elsa Einstein.
Cada vez que sentía que había llegado al final del camino o se enfrentaba a un reto difícil en este trabajo, se refugiaba en la música y eso resolvía todas sus dificultades.
Su hijo Hans Albert Einstein.
Así superaba cualquier bloqueo el nombre que pensó la relatividad especial y general. Pero me molesta que la música se resalte en esta biografía como el recurso de un teórico, un pensador, un trabajador para salir del bloqueo mental. Y me molesta que hablamos de música como “algo más que una diversión”. ¿Qué puede ser más importante en la vida que sonar estas cuerdas sutiles de la sonrisa? Que se pueda salir del bloqueo emocional gracias a la música la convierte en una verdadera compañera, aquella a la que Einstein puso el nombre de Lina.
Como escribió el también músico, humanista y escritor catalán Ramón Gener:
¡La música es un hecho trascendental! Claro que hay música para distraer, pero a mí lo que me puede es que la música nos hace mejores, es lo único que jamás te dice que no, lo único que siempre te escuchará. Porque el error que comete todo el mundo es pensar que escucha música: ¡es la música la que te escucha a ti! Siempre necesitas encontrar la te escuche, que te diga quién eres y te cuente cómo eres. La que cuando estás triste sonará triste porque tú necesitas que confirmen tu tristeza. Eso es lo que me apasiona.
No hay nada más trascendental que un mundo que es dos personas y que escuchan dos seres humanos, el yo en el tú y el tú en el yo en un hombre, la música como cada uno de nosotros y como alguien más allá, un demonio, una diosa u ser cualquiera que toca, escucha o suena como un violín. Albert también sabía violar el tiempo sonando como esta rara sonrisa. Fuente: Pijama Surf.